Había una vez, en los tiempos de la intrepidez, un Pipo marinerito, hijo de Mímir y Ran, que un barquito quería comprar porque quería salir a navegar, pero en su reino no lo podía negociar porque como aquel allí no había ninguno igual, así que lo compró en otro reino muy lejano, mucho más lejos que Fram, ese el del astillero Fujian.