Fotografía: Gary Coronado/Los Angeles Times
Si nos dejan…
Pensar en mariachi es pensar en todo un imaginario colectivo que está inscrito en la consciencia de la cultura mexicana. La palabra en sí misma detona un sinfín de escenarios que remiten a la fiesta interminable. Serenatas borrachas a las tres de la mañana, el aroma a tequila y mezcal al pie de la banqueta, cumpleaños de los abuelos con recuerdos de «Cien años», fiestas de graduación al vuelo de «Las golondrinas», festejos en el Ángel bajo un «Cielito lindo» o un diez de mayo de puro «Amor eterno».
Pero el día de hoy no suenan las trompetas bajo los balcones. No hay serenatas para el día de las madres. Las canciones se han ido apagando detrás de las mascarillas N95. Las guitarras han enmudecido sin una voz en la madrugada a quién acompañar. En Garibaldi, la plaza de la fiesta interminable, el aire se ha llenado de silencio.