La creación musical es en particular vulnerable a caer en cierta conducta socialmente motivada que igual no carece en este punto de una trayectoria histórica que le llega a establecer no sólo como normal, sino como el único camino a tomar cuando de hacerse llamar artista musical se trata. Hablo aquí de la regresión adolescente disfrazada de rebeldía a la que se llegan a someter cuerpo y alma con variantes grados de conciencia al respecto: resulta en especial cómodo caer o dejarse llevar por ello, pues se trata de un molde al cual se puede someter al arte y al artista para que sus narrativas y trayectos se escriban solos, los resultados son garantizados. Se trata de una travesía heroica pre-empaquetada, automatizada, lista para ser tomada y actuada, el guion está ahí y sólo hace falta un cuerpo que le represente en el escenario del mundo.