Durante las últimas semanas se ha amplificado el debate en torno al racismo: se organizan mesas y conferencias virtuales, se le da especial atención periodística al movimiento Black Lives Matter alrededor del mundo y se generan contenidos que evidencian y cuestionan la discriminación cotidiana que sufren las personas de tonos de piel más oscuros u orígenes marginados. En este contexto, es importante mirar más allá de la coyuntura actual. Una perspectiva histórica nos permite reconocer que, en realidad, las relaciones de poder que subyugan a las personas racializadas son de largo aliento y que, además, hablar de racismo exige una mirada interseccional, pues no es posible equiparar la realidad de personas de distinto género, región geográfica o clase social, aun cuando todas ellas sean afectadas por expresiones racistas.