“Las mujeres llevan haciendo cine desde hace más de cien años, pero cuando mueren sus esquelas son muy pequeñas.” Con estas acertadas palabras habla Tilda Swinton sobre la ya conocida ignorancia a las cineastas femeninas en la industria; a la vista están las estadísticas. Según el último informe de The Celluloid Ceiling, llevado a cabo por la Doctora Martha Lauzan, ocupan apenas un 20% de los cargos detrás de las cámaras de una película. Además, solo en 1% de las películas analizadas hay más de diez mujeres en el equipo técnico; en el caso contrario (más de diez hombres en el equipo) la cifra se eleva al 74%. En lo que a reconocimientos se refiere, Katheryn Bigelow es la única directora que ostenta un Oscar por su trabajo. Algunos argumentarán que esta evidente desigualdad se debe a la tardía incorporación de la mujer a esta industria, y que, tras unos años, su posición será equiparable a la de los hombres. Quizá no saben que las mujeres han participado activamente en el cine desde sus orígenes, no solo como actrices, sino como técnicas. Muchas de ellas han sido figuras clave en el desarrollo del séptimo arte, y, aun así, no son valoradas al mismo nivel que sus equivalentes masculinos. ¿A qué se debe esta falta de reconocimiento?