El miedo es uno de los mecanismos esenciales de supervivencia. La piel erizada, la respiración agitada, todos los sentidos exaltados y un sudor frío recorriendo la espalda. El pánico ha tomado control de nuestro cuerpo. En momentos de riesgo inminente o de peligro tangible el instinto de supervivencia nos arroja al estado de alerta máximo. Todos los músculos en tensión y la mente al borde de una reacción, balanceándose entre huir o luchar por sobrevivir.