A Rebe, por las tortugas y las tangentes
Sonará algo pretencioso, pero aproximadamente cada diez días tengo la necesidad de pasar algunas horas en una o varias librerías. Me estimula estar rodeada de libros, observar las novedades, los descuentos, corroborar que ese-libro-que-quiero-pero-nunca-podré-costear sigue ahí o, simplemente, observar a la gente que llega determinada por un título en específico.