Por Yanuva León
Fotografía de Eny Roland Hernández
Hay obras literarias que si fuesen animales serían más raros y hermosos que un ornitorrinco. Podríamos verles las patas palmípedas, la lengua bífida, el cuerpo parafinado de escamas y nos sorprendería descubrir cómo amamantan después de que sus crías eclosionan los huevos, hediondas a caldo vital. Respiran debajo del agua y fuera de ella. Vuelan, nadan y reptan. Escupen fuego.