Vivimos en tiempos de xenofobia, cuando pareciera que los tintes de nacionalismo, superioridad y exclusión son sólo algunos de los matices que enmarcan el recuadro de la discriminación. La perpetuación del poder institucional y del Estado genera, entonces, una relación vertical, deshumanizada, violenta. Lemonade (2018) o Limonada, en español, de la directora rumana Ioana Uricaru, aborda estos temas, donde los vértices de los atropellos se pierden entre las aristas de los procesos judiciales e institucionales.