Hasta hace un par de semanas, el rostro de George Floyd nos era completamente desconocido. Hoy, la necesidad de representarlo es imperante. Cada día surgen nuevas imágenes que nos lo muestran, ante la urgencia por apropiarnos de su recuerdo. No queremos olvidarlo. Su figura se ha convertido en el emblema de una lucha que permanece vigente. Su rostro encarna muchos otros cuyos nombres fueron olvidados, personas que se convirtieron en una cifra más o cuya historia parece haberse esfumado en un mundo que sólo está hecho para los blancos.