Cada ángulo determina una revelación. Si acaso el contraste repercute en la toma, se crea un hueco de indeterminación que pareciera poder interpretarse de muchas maneras. Un rostro cualquiera puede encajar en algún espacio oscuro. Lo recóndito se nos revela como parte de un misterio que en ocasiones pareciera poder alimentarse del propio espectador, aunque la verdadera impresión haya sido captada por una lente, en un momento y un espacio específicos.