A la orilla del trino, cenzontle
recorre sinuosidad del epitelio, durazno
y miel en el lienzo, y curvas perentorias
sin que declinen, volcanes en sus manos,
rotundo placer de besar recovecos,
desliza como magnetismo y se une
se descubre un secreto en la cumbre,
y renueva en el desliz de la mano, marfil
y oro en proximidades, devuelve la caricia
fragante del aroma lascivo y yuxtapuesto.