A Daniel Arella
Como Pessoa
me pongo
a pensar en una piedra,
veo la piedra
y me acuesto a su lado
A Daniel Arella
Como Pessoa
me pongo
a pensar en una piedra,
veo la piedra
y me acuesto a su lado
Ilustración de Carlos Gaytán
La correspondencia se niega a morir. Se reinventa en muchas formas y ahora es tan instantánea que cuesta contar cuánto tiempo tarda en llegar un mensaje. Las cartas más atractivas, más vistosas y más trabajadas, como es lógico, son las de amor. En la literatura, los escritos del tipo se han vuelto un género en sí que aporta gran información al respecto de los autores. Leerlas es un ejercicio doxográfico que desviste las complicadas prosas y los incomprensibles versos para llegar al punto clave: la personalidad y la identidad desnudas, el centro creativo del escritor.
«No soy nada.Nunca seré nada.No puedo querer ser nada.Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo». Álvaro de Campos, Tabaquería Lisboeta, espécimen peculiar, viniente del desplome del siglo XIX hacia la decadencia […]