Fotografías de Galo Cañas Rodríguez
El pasado tres de septiembre se llevó a cabo un brutal ataque porril contra estudiantes, en su mayoría menores de edad, del Colegio de Ciencias y Humanidades de Azcapotzalco; la rectoría y su órgano de seguridad no hizo absolutamente nada. A partir de ese momento, se desataron olas de protesta, paros organizados, la marcha más grande vista en Ciudad Universitaria desde hace décadas y una autoridad sobrepasada, minimizada y cobarde. El saldo de la agresión fueron 14 estudiantes heridos, una joven valiente que defendió de la muerte a su pareja recibiendo ella una serie de golpes que le causaron traumatismos craneales y en el cuello; él gravemente herido con un riñón perforado y diversas fracturas; otro más en situación crítica por los golpes. La resistencia contra los abusos, contra la violencia en todas sus manifestaciones que asolan a las instituciones universitarias, había resurgido.