La producción de conocimiento científico y filosófico occidental ha presumido de ser objetiva. De ahí que se hayan creado unidades mistificadas y universales presentadas como categorías analíticas supuestamente ajenas a las relaciones de poder. Esto influye en aquello que identificamos como la verdad, en nuestras maneras de conocer el mundo y de relacionarnos con las personas. En este sentido, la propuesta de la filósofa estadounidense Donna Haraway sobre el conocimiento situado deconstruye la noción de objetividad y permite estimar que el conocimiento es localizado y contingente. Esta perspectiva también guía el ensayo ¿Puede hablar el subalterno? de la crítica literaria y filósofa Gayatri Chakravorty Spivak.