Ilustración de Marcela Chávez
Si en Australia central un aborigen se posaba sobre una colina para saludar el amanecer con una vela encendida, era porque tenía la certeza de que, en consecuencia, el Sol ascendería en efecto. Y si bien su preocupación puede parecernos ingenua o absurda, nuestro no menos vehemente apego a costumbres similares nos obliga por lo menos a entenderlo. El mundo está fundado en causa y efecto.
Robert Fraser, Introducción de La rama dorada, de George Frazer
“Hoy decidí explorar mi cagadero interior a través de mis cagadas físicas”, escribe mi amiga Marce en una ilustración que tengo pegada muy cerca de mi baño y de mi cocina. La tengo justo arriba de mi cafetera y la observo cada vez que me acerco a preparar el café. Mientras la veo y comienzo a percibir el gruñido de la cafetera —que se asemeja al de mi interior— pienso que en pocos minutos se me activará el intestino y podré ir al baño (tomar café enciende mi sistema digestivo). El siguiente paso es esperar a que suceda o no, y si sucede ver qué tan complicado resulta y cómo se refleja ahí la forma en la que han transcurrido mis días.