Pantalla negra –como las cenizas– como una película a punto de comenzar (¿o de terminar?). Subtítulos que comienzan: “La escena de un incendio proyectada sobre la pantalla incendiada de una sala de cine”. Una historia que, tal vez, podría ser la nuestra. Podríamos ser nosotros los protagonistas, aquellos que, en medio de una función cinematográfica cualquiera, confundimos el bombardeo proyectado por la cinta que miramos con las llamas que abrasan ya el edificio entero en el que nos encontramos; ahí donde la representación se convierte en la cosa misma que emula.