Antes de conocer a Don David, yo tenía una vida normal. Me dicen Frankie y nunca me gustaron los trucos con cartas. Tampoco mi nombre, Francisco, por eso utilizaba el apodo que me puso mi mejor amiga. Era un mago callejero, aunque antes de eso trabajaba en fiestas, pero el primer día que hice trucos en la calle gané más dinero y me la pasé mejor que en una de esas jornadas frente a niños dispersos y groseros.