Epígono
Anda todo el tiempo con el libro en la cartera. No debe ocuparle mucho espacio porque es una edición de bolsillo. En el auto, en el subte, en el restaurante, siempre lo saca y se queda ensimismada leyendo. Si se le habla y levanta la mirada, te das cuenta que se ha vuelto lánguida con esa lectura. A veces queda en un ausentismo que te da miedo. Sé que disfruta del francés y eso la acerca a su padre, a lo que fue la vida de su padre, dueño de esas largas ediciones populares de bonjour tristesse.