Detrás del confort
separadas por una institución
esta sí
esta no.
El gobernador nos dirá una vez más que somos parte de un todo
pero ésta sí
y ésta no.
Detrás del confort
separadas por una institución
esta sí
esta no.
El gobernador nos dirá una vez más que somos parte de un todo
pero ésta sí
y ésta no.
Me desperté con ese sabor en la boca que me recordaba a mi infancia, la época más feliz y despreocupada de mi vida. Eso es justo lo que necesito, un alimento para el alma más que para el cuerpo. Eso terminará con mi mala racha, con mi mal genio y con el cansancio infinito que me tiene arrastrándome desde hace semanas. Busco la receta. Estoy seguro de que la he copiado. Se la había pedido a mi abuela, le había rogado que sea especialmente detallada para limitar la posibilidad de desastre, siempre presente. Eso de «una pizca de sal», «un poquito de pimienta»… No, señor. Dame medidas exactas. La cocina es química, ¿no? ¿Qué experimento se hace con una pizca de óxido de magnesio y un poquito de cloruro de potasio? Ni hablar. Receta para el desastre. Por eso, mi abuela, después de mucho renegar, me había hablado en cristiano y tenía las cantidades exactas para que sea perfecto. Y será perfecto cuando encuentre el condenado cuaderno donde la apunte. Carajo. ¿Lo habré perdido en la mudanza? Imposible. Estoy segurísimo de que… ¡Bingo! Veamos…