El Japón que Katsuhiro Otomo construye en Akira (1988) es el de una sociedad que ha dejado de confiar en sus gobiernos, que vive disturbios debido a inconformidades, que se encuentra en un estado de alerta y que influye en el cuerpo para modificarlo: características todas que acercan la obra a la realidad que habitamos en el presente. Por tanto, vale la pena revisar algunos elementos que se configuran para hacer que la película dialogue con la situación actual.