El hombre, solo frente a la naturaleza, crea. De esta creación, a veces, resulta la obra de Arte.
De manera análoga, el espectador de la obra de Arte, se encuentra inmerso en esta nueva naturaleza, que, como quería Borges, es una naturaleza creada por el hombre, creada para que la descifre el hombre: es decir, una naturaleza donde no está solo, porque dialoga con el autor. En esta naturaleza, el hombre es capaz de conocer a su Dios. Y es el espectador el que, ante los estímulos de esta nueva naturaleza, completa en su corazón la obra de Arte.
Este extraño proceso de recreación se hace más intenso en el caso del teatro, donde un grupo de artistas crean un universo a partir del universo creado por un dramaturgo o, como en el caso de la compañía que me ocupa, del universo creado por la música.