Fotografías cortesía de LibrObjeto Editorial
En el marco del quinto aniversario de LibrObjeto Editorial, Diana Ramírez Luna nos habla del origen, presente y porvenir de la casa editorial, misma que desde su fundación ha tenido la visión de impulsar el trabajo de jóvenes mexicanos. Con veintidós títulos en el catálogo y más de 80 colaboradores, entre autores e ilustradores, LibrObjeto no pierde de vista su objetivo primigenio: ser un semillero de talento joven.
Joshua Córdova (JC): Platícanos un poco acerca de cómo nació LibrObjeto. ¿Cuáles fueron sus principios, sus intereses, sus motivaciones?
Diana Ramírez Luna (DRL): LibrObjeto nació como un proyecto antes de tener el apellido de Editorial. LibrObjeto quería indagar, investigar, experimentar con formatos que no necesariamente se inscribieran en lo que se conoce como un libro convencional. Si te das cuenta, tenemos una colección como Huellas de Miel que es la que más se sale de este cajón de lo que conocemos como libro. Pero desde el inicio, por ejemplo, con Nido de Poesía, quisimos cambiar el tamaño, experimentar formatos, hacer una mezcla de soportes, mezclar audiovisuales con la web, con papel; entonces surgió esa inquietud primigenia que tiene todo editor de buscar. Yo creo que fue también esa búsqueda, ver qué queríamos hacer.
JC: ¿Piensas, entonces, que todo buen editor tiene una inquietud más allá de la textualidad de, en este caso, la literatura y un interés, digamos, o inclinación hacia los soportes?
DRL: No, pero la inquietud es la que sí es inherente al editor de algún otro rubro. Como tú mencionas, ya sea el editor académico, el editor literario, por conocer otras voces, por conocer otros mundos, que son las mentes de los autores, esa inquietud sí es inherente. Es lo que mueve de alguna manera al editor a seguir buscando y haciendo nuevas adquisiciones. Algunos tenemos más inquietud por los soportes, por las formas, por el diseño, que otros. Pero eso sí, estoy segura de que la inquietud y la curiosidad es lo que nos mueve en muchos sentidos.
JC: Concretamente, Nido de Poesía fue la primera colección de la editorial. ¿Cómo has notado la curva de crecimiento, evolutiva, de la editorial desde ese nacimiento hasta sus últimas publicaciones?
DRL: Creo que Nido de Poesía ha sido uno de los retos más grandes que hemos tenido en la editorial, porque fue justamente hacer que quienes de alguna forma se sentían ajenos y distantes a la poesía se acercaran. Es como cuando pasas algún reto muy fuerte en la vida que dices “uy, no lo voy a lograr”, y lo logras y sobrevives y te sobrepones a eso. Creo que eso fue Nido de poesía: la demostración de que se puede. De hecho, tú y yo ya lo habíamos platicado en alguna ocasión, que después de publicar teatro o poesía, si tu editorial sobrevive, ya estás del otro lado, ¿no? Entonces sobrevivió a la poesía y yo creo que el aprendizaje o la enseñanza más grande de esa colección fue que sí se puede con la suma de voluntades, de tener una fuerza; a veces desde la teoría suena muy cursi, pero ya en la en la praxis resulta conmovedor.
JC: He notado que en sus labores de publicación tienden a pensar en colectivo, en conjunto. Además, LibrObjeto trabaja con colecciones, una serie de colectividades imbricadas. Para ti, ¿qué se necesita? ¿Qué es necesario para conceptualizar una colección? ¿Cómo le das una identidad?
DRL: Siempre he tenido un concepto, quizás abstracto, que explica cómo he llevado a la práctica cada una de las colecciones: familia. Hablabas de hacer equipo, y no concibo y no habría forma (yo creo) de concebir la edición sin el equipo. Creo que ese equipo se va volviendo familia, entonces, yo relaciono mucho este concepto de colección con el concepto de familia. Ha sido distinto, por supuesto, en cada colección. Yo sostengo firmemente que cada libro es como una persona, entonces hay que tratarlo distinto, pero sí que podemos inscribirlo en una gran casa, por decirlo de alguna manera.
En el caso de Nido de Poesía lo que queríamos era diversidad. Así podríamos nombrar ese conjunto. Entonces, queríamos hacer una explosión de poesía diversa, pero que al mismo tiempo tuviera este calorcito del hogar, de la familia, que era justamente el nido, de ahí viene el nombre.
Luego vino Huellas de Miel, que también tenía todo un halo de calidez. Ahí el concepto fue la infancia, la evocación de la infancia, la nostalgia; ése fue el eje. Creo que las colecciones en LibrObjeto han surgido de formas muy genuinas. En el caso de Huellas de Miel, además de pensar que no había algo como tal en el mercado, es decir, libros que evocaran la infancia, libros para adultos totalmente que evocarán la infancia, pues, fue algo que tuvo que ver con el gusto personal.
Yo creo que eso es también labor del editor: saber orientar nuestro gusto personal. Las colecciones que siguieron fueron también un resultado de las dos anteriores. Fue como “bueno, ya tenemos estos libros pequeños de narrativa ilustrada, pero ahora ya no cabemos en este empaque, ahora necesitamos más texto”. Entonces fue como un back to basics, fue volver un poco al libro tradicional de páginas, una a una, incluso en el tamaño: volver a un tamaño media carta. De alguna forma las colecciones y los lectores demandaban textos más largos.
Entonces fue un resultado de… No sé si decir Huellas de Miel, pero sí de esa aproximación que tuvimos, de esa aproximación al lector que tuvimos. Sucedió un poco lo mismo con Versos sin Fin. Es la colección de poesía donde ya no es una antología, sino un autor. Eso también se requería: un espacio destinado para cada una de esas voces que merecían tener su propia exposición, ya no sólo en antología. No es que las otras no lo merecieran, pero hay voces que de pronto reclaman ese espacio. En el caso, por ejemplo, de Adriana Dorantes, a mí me parecía que era un espacio que se reclamaba.
JC: Ahora que hablabas acerca de cómo tú misma vas intuyendo y canalizando algunos deseos e incluso materializándolos en un soporte, me es inevitable concebirlo así en tu labor autoral, en este binomio que juega en tu persona la creación y la edición. Me pregunto ¿cómo se incluyen la una a la otra?
DRL: Yo creo a estas alturas que la forma en que ha sucedido esa simbiosis es de una forma muy maternal. Creo que estoy haciendo los libros que me gustaría que fueran mis libros, ¿sabes? Y los cuido con ese mismo amor. Les tengo el cuidado que a mí me gustaría que tuvieran con mi obra. También ha sido un excelente ejercicio de disciplina, de corrección y, si lo quieres ver así, de ponerte en los zapatos del otro.
Tú sabes que no he tenido las mejores experiencias como autora, entonces trato de ser dentro de mis posibilidades, de mi labor y de todo lo que tengo a mi alcance, la editora que yo quisiera tener. Así mismo con todo lo que sucede: hacer los libros que yo quisiera que alguien hiciera para mí.
También, por qué no decirlo, desde el plano de lectora. Si yo voy por una feria, me gustaría encontrarme con ese tipo de libros que tienen acabados que le aportan belleza a las portadas, a los forros; que son lúdicos, que te invitan a una experiencia lectora distinta, que te invitan a jugar con los QR’s, que no sólo es el libro sino es todo lo que lo rodea.
Por ejemplo, en el caso de quienes nos gusta escribir, que el libro tenga una libreta para hacer apuntes mientras estás leyendo. Tú sabes que uno de los mayores detonadores para un escritor es la lectura. No sé si a ti te ha pasado que cuando estás leyendo un libro que te mueve tanto, también te surgen ideas. Entonces es un poco la idea de hacer, por ejemplo, las bitácoras de lectura que acompañan los libros de Versos sin Fin. A lo mejor si eres una persona “piqui” que no te gusta rayar tus libros, tienes la libreta para hacer anotaciones, un separador para marcar dónde te quedaste; todas las cosas que rodean al libro y que yo como lectora y como autora quisiera tener. Es un poco esa simbiosis. Creo que su resultado más o menos ha sido afortunado.
JC: Ahora, saliendo de esta parte más abstracta y en relación con los conceptos de la editorial, ¿cuál consideras que ha sido tu mayor reto en la editorial hasta hoy?
DRL: Yo creo que el mayor reto es persistir, es decir, como el día a día. De pronto en redes sociales (que son tan necesarias y que para nada es una queja) se ven los resultados del trabajo. Por ejemplo, ahorita que están saliendo las novedades del año, si te das cuenta, pues, ya es el noveno mes del año y ha sido un año muy arduo, o sea de mucho trabajo, y esos ocho meses que estuvieron atrás realmente nadie los ve, no se nota, no los estamos subiendo. Aparte es muy complicado. Creo que hay profesiones, oficios en los que se pueden subir, a lo mejor, historias de los procesos, pero aquí es muy difícil subir al proceso de corrección, de lectura o de una lectura de finas. Es muy complicado. Entonces, todo ese trabajo que hay detrás es invisible. Ése yo creo que ha sido el reto: persistir, no dejar que el día a día apague esa chispita de magia que habita en LibrObjeto.
JC: Hace unos momentos nos contabas acerca de cómo se fueron relacionando intereses como la diversidad o la infancia y me llamó mucho la atención cómo ha sido su tratamiento en colecciones como Huellas de Miel. Pensándolo a partir del trabajo gráfico, que de alguna manera también ha sido frecuente hasta hoy, ¿qué representa para ti y para LibrObjeto contar con un trabajo tanto de las personas que realizan las ilustraciones como las ilustraciones mismas?
DRL: Bueno, tú sabes que yo soy comunicóloga de profesión. Creo que todo comunica; no creo, estoy segura de que todo comunica. También esa parte de la ilustración. Toda la parte visual-gráfica me ha hecho muy consciente de que cada uno de los detalles, es decir, la ilustración, la tipografía, la disposición de los textos, las cajas, el aire, todo lo que involucra el diseño editorial, todo comunica. Contar con ilustradores que no sólo se adapten al concepto de la editorial, sino que deseen genuinamente trabajar en algún proyecto para la editorial es valiosísimo. Se ha convertido en esta parte que a lo mejor antes, sobre todo en términos de derecho de autor y todo eso, no se veía. Antes el ilustrador y el traductor, por ejemplo, no figuraban como autores del libro. Ahora se les da un reconocimiento que creo que siempre debieron haber tenido, como coautores de una obra que finalmente son.
Y cuando lo ves a la distancia, aún con el equipo tan modesto que somos en LibrObjeto (modesto en cuanto al número), te das cuenta de que es un gran equipo a final de cuentas. Se requiere el ilustrador, el corrector, el editor; cuando se requiere, algún revisor técnico, la persona que se encarga de la parte administrativa; el impresor, los repartidores, todo, ¿no? Tenemos un pequeño muy pequeño taller en LibrObjeto donde hacemos, por ejemplo, todos los extras de los libros, es decir, toda esta parte que rodea el libro, lo que te decía de los separadores, las libretas; y ver que un proyecto en apariencia tan pequeño involucra a tantos, (simplemente ahorita ya te dije como a diez figuras) me ha hecho consciente de la parte de la ilustración. Y me ha hecho preguntarme qué queremos comunicar y si se está llevando a cabo esa comunicación de la forma en que se busca.
JC: Es a veces complicado y, bueno, ha sido tema nuestro desde que nos conocemos, prácticamente: cómo gestionar distintas labores o estar en diferentes pistas cuando proyectos editoriales, labores relacionadas con todo ese campo demandan mucho, pero al mismo tiempo implican una participación colectiva. En relación con estos grupos pequeños, con su labor loable, en comparación con otras instituciones o editoriales de mayor renombre, ¿qué opinas tú acerca de las editoriales independientes en la actualidad? ¿Qué áreas de oportunidad crees que se presentan para editoriales como LibrObjeto?
DRL: Son bien necesarias porque fomentan esta parte de la bibliodiversidad que pareciera que no hay. Sin embargo, aquí en México somos uno de los principales países productores de títulos. Tenemos una gran gran diversidad de títulos con tiros pequeños porque ahorita hay un boom de editoriales independientes. Un ejemplo de ello es la Feria del Zócalo, donde muchos nos quedamos fuera del mapa por esta sobredemanda, lo cual más allá de indicarnos que deben mermarse estos espacios, pues, al contrario, ¿no? Se debe buscar que se abran más espacios, que no mueran estos proyectos tan pequeños. De pronto, cuando voy a las ferias me encuentro cosas tan maravillosas. Justo ese boom es una consecuencia inherente de un boom de creatividad que estamos teniendo, más allá de la mera escritura o la literatura. En general, del libro.
Y, si pensamos que somos uno de los países que menos lee, esto me parece doblemente maravilloso, porque entonces, ok, una gran parte de la población no lee, pero los que leen no sólo leen, sino que están tomando también este papel activo dentro de la sociedad. Eventualmente, yo esperaría que tuviera su repercusión en una o dos generaciones, para dejar de ser ese país que está en segundo lugar de no lectura a nivel mundial.
Me parece totalmente necesaria y brutal la labor que se está haciendo porque, cuando te pones a pensarlo… Cinco años. Éste es el lugar más común, ¿no? Cinco años parece fácil, pero la gente no sabe lo que hay detrás. Sin embargo, es tan cierto. Vamos, no nos vamos a poner a desglosar todo lo que tú sabes que se hace en este negocio, pero tú sabes lo pesado que es, lo cansado. Sobre todo, el brío que se necesita para lidiar con un proyecto completo casi casi solo. Muchas veces me dicen “es que tú eres LibrObjeto”. Pues, soy la cabeza, sí, pero yo estoy muy consciente de que yo no podría hacer lo que he hecho hasta ahora sin el increíble equipo que he generado a lo largo de estos años.
JC: Sí, estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que no hay manera simplista de reducir todas las labores y el trabajo que debe hacerse detrás, además de las implicaciones que, como dices, a veces no se ven; son invisibles. Es curioso, porque en la labor del editor, al final, termina por ser medianamente ingrata en la medida en que el trabajo no se detecta cuando está bien hecho, sino cuando algo salta a la vista del lector, genera alguna distracción, porque hay algo que de alguna manera se pasó por alto.
DRL: Claro, lo noto más ahora que me he estado adentrando tanto en en bibliografía de libros acerca de libros. Tú y yo ya lo habíamos platicado en algunas ocasiones, pero es que no somos los únicos; hay académicos, hay teóricos, hay editores de casas editoriales, más que quejándose, señalando eso: ¿por qué la figura del editor sólo se nota cuando hay errores? ¿Por qué cuando hay aciertos es invisible? Vamos, eso no es algo que el lector tenga que saber. A veces hay archivos que se van con más de mil marcas de corrección y, por supuesto, eso nadie lo ve, pero cuando sale a relucir un error, bueno, tú sabes lo que sucede ahí: todo mundo lo nota, todo mundo habla de ello, todo mundo habla del descuido, de cómo es posible. Entonces sí es un poco ingrato el oficio también.
JC: Ha sido una plática muy interesante, pero lo bueno también tiene que concluir, desafortunadamente. Me gustaría hacerte una pregunta muy rápida. De pronto, ¿qué palabras te vienen a la mente cuando digo la palabra edición? Digamos, de tres a cinco palabras.
DRL: Sin duda, pasión, tenacidad, perseverancia y familia. Creo que es algo que puede aplicarse para cualquier editorial, pero para LibrObjeto eso es como un anillo al dedo.
JC: Entiendo. Muchísimas gracias por tu tiempo, Diana. Muchas felicidades también por todos estos años de arduo trabajo para LibrObjeto Editorial. Deseo que vengan mucho más de cinco años de existencia en el futuro.
DRL: Muchas gracias a ustedes.