Fotografías del artista
Por sus objetos lxs conocerás
Mientras escribo el inicio de estas notas sobre «La luz es una flecha sin destino» (2021) de Mauricio Alejo, pienso en un poema de Raymond Carver que traté de reconstruir en mi cabeza desde que salí de ver la exposición. Cuando lo busqué para agregarlo como epígrafe de este texto, me di cuenta de que el poema tenía muy poco que ver con lo que quiero escribir aquí. Es más, es un poema que no habla de luz, ni de flechas, ni destinos, habla quizá de hacer uso de todo.
Vale, por un momento pensé en ahorrarme esta historia, pero me pareció lindo que una muestra me obligara a reconstruir, repensar, releer un poema que, pensándolo bien, sólo sucedió en mi cabeza a partir de la obra de Mauricio Alejo. ¿No es la poesía inventada un buen síntoma?
Pienso «La luz es una flecha sin destino» como una libreta de apuntes. De ahí que me interese pensar este texto como una suerte de notas que se inscriben al margen de un cuaderno ajeno. Siempre he pensado que del espacio sólo hablamos a partir de sus intersticios, y ahora pienso que de la luz también. Alejo comenta, apunta, anota, con una precisión dudosa, no porque no domine los formatos, sino porque ensaya la idea. Y es desde la duda que nos invita a participar de las pocas certezas del mundo.
La producción de Alejo es cada vez más caleidoscópica y compleja. Parecería que ya no le alcanzan los formatos para pensar la imagen, como si quisiera agotar todos los materiales para hablar de la memoria, de la gravedad, de la inscripción lumínica, del azar, del caos, del movimiento perpetuo y de la puesta en escena del significado. A primer golpe de vista, el cuerpo de obra de esta exposición resulta muy intimista, pero en realidad es más universal. Como si intentara confeccionar pequeños cosmos en un papel fotosensible, en un escurridor de platos, en una ventana fotográfica, en un encuentro de popotes, en un refrigerador, en un triángulo de espejos y lámpara, en un nudo de plastilinas, en un abanico de flautas ejecutadas por un ventilador, en un ejercicio de estrabismo.
Tengo la sensación de haber asistido a una exposición de registros. Sí, de piezas, claro, de obra muy compleja y trabajada por años. Pero, siguiendo la lógica que proponía al inicio de entender la muestra como una libreta de apuntes, podría hablar de anotaciones de un proceso de investigación en donde se hibrida la producción artística con un laboratorio de lo cotidiano, en donde se propician acontecimientos lumínicos y cinéticos para ser registrados.
La obra de Alejo también se pregunta sobre la pieza como registro y de éste como espacio de posibilidades incluso museísticas. Como si buscara trasladar los descubrimientos del taller al espacio de exposición para desterritorializar la práctica en pos de darle prioridad a una mirada sensible. Una mirada que, si bien ocurre en la cocina, en el taller, en la calle, puede hacerse de un espacio dentro de las paredes de una institución y provocarle repensar su propio espacio. Esto lo digo, sobre todo, porque las piezas de Alejo confrontan además de ser contemplativas, y sólo una curaduría sensible como la que propone Daniel Garza-Usabiaga puede provocar las tensiones entre obra-públicos-espacios que se sugieren desde las piezas mismas.
Me parece que Alejo, al reconocer en lo cotidiano la influencia de las potencias primeras de los objetos más ordinarios, más comunes, nos invita a revisar lo “común”, con una intención de especular una comunidad desde el objeto, en donde todxs participamos, en donde hay poco lugar para esconderse y mucho espacio para pensar lo poético de lo ordinario, del acontecimiento estético de cada día, donde la comunión más espiritual hacia lo lumínico puede ser la más frecuente y habitual para quien sabe ver, para quien reconoce la agencia de los objetos como una posibilidad estética, política, ética y poética.
Los objetos no están ensamblados para formar algún otro reino, y aún si fuera así no serían fuertes ni débiles, ni se limitarían a «reflejar» un mero decorado. Su acción es sin duda mucho más variada, su influencia más ubicua, su efecto mucho más ambiguo, su presencia mucho más distribuida (…). La mejor prueba de esta multiplicidad es provista por un análisis cuidadoso de lo que los objetos hacen realmente en los textos de los escritores aludidos más arriba: despliegan muchas otras maneras de actuar que las que les reconoce la propia filosofía de la materia de los autores. Incluso como entidades textuales, los objetos desbordan a sus hacedores: los intermediarios se convierten en mediadores.
Bruno Latour, Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor red, Manantial, 2005.
2019
Impresión litográfica.
95×75 cm.
Fotografías cortesía del Centro de la Imagen
La doble imagen que se aprecia en estas piezas es el resultado de haber impreso en el papel arrugado su misma fotografía pero con un pequeño desfase. El resultado es una experiencia incomoda de desorientación visual al que se suma la dificultad de distinguir lo que es arruga real de lo que es imagen. De alguna manera esta pieza refleja la confusión ontológica del estado actual de las imágenes que se han establecido como un relevo del mundo haciendo indistinguible la realidad de su representación fotográfica.
Con esta cita de Bruno Latour y pensando principalmente en algunas piezas de la exposición como Light Matter, 2021 (fig. 1), Recuerdo, 2009-2021 (fig. 2), Estrabismo, 2019 (fig. 3), y Una narrativa sobre el destino, 2021 (fig.4), pienso en cómo Mauricio Alejo utiliza la instalación como una herramienta casi textual para cuestionar al objeto desde el nombre de la pieza, o para hacernos participar de un juego de significados a significantes, a la John Baldessari o Magritte.
Fotografía, video, instalación, escultura, audio, gráfica son algunos de los formatos que involucra «La luz es una flecha sin destino» a partir de 34 piezas. Treinta y cuatro piezas que decido traer a casa para desarticular algunas de mis ideas sobre cómo puede habitarse una exposición fuera del espacio de exposición. Como si permaneciera en nosotrxs una sensación de querer propiciar ciertos acontecimientos para revisar cómo se afecta la materia en nuestros propios espacios.
2021
Instalación
Papel fotográfico blanco y negro, madera, espejos, soportes de metal anodizado; cinto sujetador,
medidas variables.
Al fondo de esta sala hay un papel fotográfico virgen. Con un espejo en el patio y otro en la sala, el artista desvía un rayo de Sol hacia el papel para que cruce la superficie. Esto sucederá en días despejados de la 1:00 pm. a la 1:20 pm. El Sol dejará su trayecto inscrito en la superficie fotosensible.
Esta pieza es sobre el movimiento de inercia de la Tierra pero también convoca temas como la memoria, la historia; el determinismo; el destino y nuestra relación con la inscripción astral.
Fotografías cortesía del Centro de la Imagen
¿Qué pasa cuando decimos imagen contemporánea? ¿Qué supuestos se engloban en esa construcción? ¿Podemos hablar de pensar la imagen contemporánea? ¿Desde dónde? Vale, particularmente pienso que muestras como éstas están revisando-investigando-pensando la imagen contemporánea, mucho más allá de sólo exhibirla. Me parece importante señalar la importancia de la investigación dentro de la producción artística, sobre todo cuando de imagen se trata. Alejo, me parece, hace anotaciones sobre la experiencia sensible de habitar el mundo. La imagen siempre falla en su intento por representar la realidad, y son agentes como este artista quienes aprovechan ese error para potenciarlo y mostrar una investigación auténtica sobre cómo nos relacionamos con la imagen. Todo es imagen, somos imagen, lo interesante quizá es el registro de estos procesos de identificación.
Una muestra de arte en la actualidad puede proponerse desde muchos lados y considerar o no las urgencias contemporáneas. Personalmente, me parece que cuestionar la imagen desde estos espacios es urgente, y Alejo lo hace de una forma cada vez más incisiva.
Pensándolo más, el poema del inicio existió en mi cabeza cuando salí de la muestra porque quizá me pareció pertinente buscarle palabras a lo que acababa de ver. Qué bueno que esas palabras nunca existieron, y que sólo nos queda tratar de volvernos imagen para entender lo que observamos. En inglés es it takes one to know one, ¿cómo sería ese dicho en español o en imagen? Creo que estamos aprendiendo a traducir esa expresión, y nos va bien perdernos en el intento.
«La luz es una flecha sin destino» de Mauricio Alejo fue curada por Daniel Garza-Usabiaga y se presentó en el Centro de la Imagen en la Ciudad de México, del 10 de julio al 26 de septiembre de 2021.
Autora: Giovanna Enríquez (Ciudad de México, 1992). Artista visual e historiadora de arte con práctica literaria y fotográfica. Su trabajo consta de hibridaciones palabra·imagen, poesía, cuento, fotografía, audiovisual, imagen apropiada y acompañamientos curatoriales. Es egresada del Diplomado en Creación Literaria de la Escuela de escritores de la SOGEM, del Diplomado en Fotografía en la Academia de Artes Visuales y de la licenciatura en Historia del arte en el Centro de Cultura Casa Lamm. Ha publicado cuentos, fotografías, poemas, audiovisuales, crónicas y notas de periodismo cultural en medios electrónicos e impresos. Ha participado en exposiciones presenciales y virtuales, así como en intercambios fotográficos y culturales con la School of Visual Arts de Nueva York y la Neue Schüle fur fotografie de Berlín.