La poesía nos ofrece otros ojos y otras lenguas. Nos da —porque la poesía siempre da— la posibilidad de aventura, de sentir el cobijo materno en la tierra que sabe del amor y del dolor humano. Es una pregunta lanzada con valiente belleza. Belleza que encontramos al calor de la oralidad en los pueblos de México, también en los sueños o en los reclamos de sus poetas que no únicamente escriben en español, por supuesto, sino en algunos idiomas originarios. Referirse a la literatura mexicana implica pensar en la diversidad lingüística y cultural del país. Los proyectos editoriales han sido cruciales para la difusión de las producciones literarias en lenguas originarias, tal es el caso de Oralibrura. Cooperación Editorial en su apuesta por difundir la poesía mediante libros de impronta artística que se logra gracias al talento de sus escritores e ilustradores como David Canul, El pájaro Tooj.
Estas líneas se dedican al trabajo de Celerina Sánchez quien escribe en ñuu savi, lengua conocida como mixteco. La invitación es llamarla desde su étimo que ya es poesía: “gente de la lluvia”. Cuando nace un libro de poesía, como Tasu yùùtì / Águila de arena (Oralibrura, con ilustraciones de David Canul), aparece una luz, un recordatorio de nuestra humanidad que, en ocasiones, se extravía en el vaivén de los días, se desploma ante un país, como el nuestro, sumido en la desigualdad social, en la violencia. En mi opinión, el libro no se concibió como un proyecto que ahonda en un tema particular: lo abraza todo. Va del yo a los otros, las otras; a los hijos desaparecidos, terribles ausencias. Por otro lado, los versos se convierten en pies y en manos, tocan la tierra, danzan. Son cuerpos entregándose a la naturaleza, cantos que recuerdan el conjuro, las composiciones mágicas. Al inicio del libro, la autora nos comparte su sentir sobre la escritura:
Escribir con el viento que canta, las letras empezaron a caminar en el papel como pétalos de flores que caen con ese mismo viento. Palabras que hablan de la vida, de momentos de felicidad y dolor o por aquellos que se tuvieron que ir a vivir a otras tierras, mi historia, tu historia y la de muchos más.
Celerina Sánchez, Tasu yùùtì / Águila de arena, Oralibrura, p. 10
En Tasu yùùtì / Águila de Arena, leeremos poemas que, con una voz poderosa, dicen “soy”. Tal como “ñaa kuú”, que nos empapa de un sentimiento reivindicativo de la lengua, la cultura y del espíritu ligado, de manera profunda, a la tierra. Tierra donde moran dioses y elementos sagrados propios de los mitos, de los relatos fundacionales de los pueblos indígenas. En el corazón de la lengua ñuu savi se comprenderán mejor.
“ñaa kuú”
kuú
mitu’únga ndivii ini
ñaa kuni sa’á naá nuú kati
yutu yàtàà
nuú ndakita’án
kue chiívì
takua naa tui nuú tsikuaá
ràà kúú tuu ndùù
nuú vatsi inka kue nikanchíi tsi yoo
(p. 14)
“soy” soy el último hálito de la esperanza bajo la sombra del [árbol antiguo donde las luciérnagas se dan cita para dar ánimo a la noche y alumbrar [el amanecer de una nueva era (p. 16) |
Los poemas del primer apartado, “Nchií naá kuú / ¿Quién soy?” ofrecen respuestas, tratan del reconocimiento, del soy, pero también del somos. En “Utsi xikó se’é / “Cien hijos”, se reúnen poemas sobre el clima de violencia. Una referencia quizá a los estudiantes de Ayotzinapa, a las desapariciones que no cesan: “nixi” / “cómo”, refleja a la poesía como la profunda interrogante, una surgida del dolor: “cómo decirte de los hijos muertos / en la turbulencia de una revolución / que nunca fue mía / cien hijos murieron / por esas veredas y caminos” (p. 49). En el tercer apartado, “Utsi xiko tu’un” / “Cien palabras”, se escribe sobre la palabra en su función creadora. Al nombrar se crea un mundo con ciertos árboles, pájaros, ríos. Los poemas nos recuerdan a los discursos de los abuelos y las abuelas, al aliento sagrado. Sobre este libro, la poeta Juana Karen Peñate, quien escribe en ch’ol, una de las lenguas mayenses, en su caso del municipio de Tumbalá, Chiapas, menciona:
Leemos en su palabra que la luciérnaga es como un pedazo de sol que es capaz de alumbrar, en medio de la miseria de aquellos ojos tristes que se mueren en la soledad de un destino desconocido. Sí, entre muchos otros destinos y colores.
Escribir, parece sugerirlo el poemario, es reescribir el origen, dar testimonio de una serie de saberes, convertir esos saberes en poesía, dejarlos volar mediante metáforas que conforman el Águila de Arena. Cabe una última recomendación: podemos escuchar a la poeta en Natsiká, un audiolibro que fusiona la poesía ñuu savi y el blues de Víctor Gally, quien también ha participado en Oralibrura como ilustrador del libro Xùkú xùwàá / Entre escarabajos, de Hubert Matiúwaà.
Autora: Krishna Naranjo (Colima, México). Es profesora investigadora en la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima. Es licenciada en Letras y Periodismo, Maestra en Literatura Hispanoamericana y Doctora en Estudios Mexicanos. Ha publicado narrativa, poesía, entrevista, ensayo y artículos académicos. Es integrante del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Colima. En marzo de 2021 recibió la Presea “Griselda Álvarez Ponce de León” otorgada por el H. Congreso del Estado de Colima por su trayectoria literaria. Ha organizado recitales de poesía prehispánica y eventos de carácter multidisciplinario donde han participado artistas de la entidad. Es autora de: Letanías mestizas (2011), Batalla de la aurora (2015), Tierra de cada día (2015), Tal vez el bosque (2016), así como del cuadernillo de cuento infantil, Beto, su secreto (2012). Forma parte de antologías de poesía mexicana contemporánea como Parkour pop.ético (editado por la Secretaría de Educación Pública), entre otras.