Fotografías de Octavio Meléndez
La fotografía no siempre refleja la parte más explícita o evidente de la realidad. También se encarga, en ocasiones, de mostrar un lado más oscuro de los seres humanos. Karla Lara, con su trabajo, buscar explorar estos rincones a partir de su mejor modelo: ella misma. En MicroTalks, llevó algunas muestra de autorretratos fantásticos, forma en la que ha llevado a cabo su obra.
PP: ¿Dónde estás estudiando?
K: Estoy estudiando fotografía en el Centro Universitario de Comunicación. Voy en el último semestre. De hecho tiene muy poquito que he empezado a hacer este tipo de foto. Trabajaba en blanco y negro, con un salto de color solamente.
PP: ¿Pero con la misma temática u otra distinta?
K: No. No me gustaba, en general, que otras personas me tomaran fotos, pero fue cosa de que sigo a muchas chavas que hacen ese tipo de trabajo. Sigo a una que se llama Cristina Otero. Subió a una página que se llama «Doméstica» algunos cursos y pensé «ahora tengo dinero, vamos a comprar uno». Ella hace autorretratos fantásticos. Los empecé a seguir y el primero que hice es donde tengo los cuernos. Dije: «esto es por lo que empecé a estudiar foto, por hacer realizaciones de arte». Algo más conceptual.
PP: ¿Y sabías desde el inicio que el curso se iba a enfocar en fotografías fantásticas?
K: Sí. De hecho esto del montaje y hacer mucha edición, poder transformar toda una imagen era algo que me llamaba mucho, porque en general me enfoco mucho en revista publicitaria, pero es algo un poco más simple. En un plano más sencillo. Luego empecé con todo esto de la foto fantástica y en general a la gente que tengo más cerca les gustaba mi trabajo. Pensé: «Ya sé qué le voy a meter» y siempre me gustaron este tipo de cosas, de demonios y el terror.
PP: ¿En qué te inspiras? Es decir, surgen a partir de alguna historia, de algún libro, de alguna película… de dónde surge este imaginario para plasmar tu trabajo.
K: Pues, en general han sido muchas referencias. Desde películas hasta libros. En películas, el terror es algo que me gusta mucho.
PP: ¿Como cuáles? ¿Cuáles te gustan?
K: Una foto por ahí que está basada en El exorcista. Esa es mi película favorita de todas. Para mí es una excelente película, por la época en que fue hecha, los efectos, el guión… todo. Hasta la canción de inicio me parece excelente. También en cuanto a libros, leer a Edgar Allan Poe, cosas un poco más de suspenso, cuestiones no tan gráficas, también me inspiran mucho a todo lo demás. A la incomodidad que te pueden generar ciertas cosas. Hay una donde estoy cargando a un caracol (me chocan los insectos… los odio), pero es esta parte incómoda. Incluso el cabello corto en mí no me gusta.
PP: Toda la composición entonces tiene que ver con formas que no te gusta o te incomodan en la realidad.
K: Es una composición incómoda. Entonces va mucho a ese tipo de cosas, hasta para otras personas. De hecho tengo otras más controversiales, unas que tienen que ver más con religión, lo cual a mi familia no le parece mucho, pero ahí están. (Risas)
PP: ¿Y la gente cómo lo recibe?
K: Al principio es mucho de… «¿Crees en el diablo?» (Risas). Más que nada porque me gusta y porque cada quien tiene su propio monstruo. En algún punto de nuestra existencia tenemos algo podrido y es un modo de expresarlo. Tal cual.
PP: Buscas, entonces, incitar en tus espectadores, ¿terror o incomodidad? ¿O pueden ser otros sentimientos? ¿Qué es lo que te gusta? ¿Cómo te gusta impactar?
K: Creo que es más aceptar esa parte mala de uno mismo. Es decir, puedes controlarla pero al final está ahí. Sigue existiendo… en cierta medida.
PP: ¿Por qué siempre utilizarte a ti como personaje central de tus obras? ¿Ha sido por cuestión práctica o por autoexploración? ¿Por qué razón?
K: Por ambas partes. Una de ellas que mencionó Cristina Otero en su curso es: «cuál va a ser tu mejor modelo que tú mismo». Tú misma dependes de tus propios tiempos, de tus propias situaciones, de tu mismo humor. Me ha tocado trabajar con modelos y sí es dependiendo del humor… es decir, «la chica venía muy tarde, venía de malas, cinco fotos y ya. Es que la sesión era de veinte. No. Tómale cinco y vámonos.» O te hacen mala cara, afecta tu entorno, tu edición. Si estás inconforme con alguna parte tuya, con Photoshop puede arreglarse. (Risas)
PP: ¿Qué otras áreas te gustaría explorar? ¿Quieres seguir indagando een esto de la fotografía fantástica o te gustaría ir por otras ramas?
K: En general lo conceptual. O sea ya no tanto autorretrato sino enfocarme en otras personas también. Pero en general algo más conceptual enfocándome en un pacto diferente del arte. En general las chicas que sigo en Instagram, que he leído o que he visitado sus páginas, muestran mucho el autorretrato en un modo que se vea más perfecto. Te impacta porque piensas que es una pintura. Una idea más clásica.
PP: Y es interesante porque en Instagram las imágenes que suelen circular también parecieran justo eso… que tienen que ser bellas, perfectas, casi que causarte envidia y tú, al contrario, buscas mostrar un contenido que te incomode.
K: Sí, como te digo muchas veces está esto de un estándar de «esta chava tiene el rostro más bonito del mundo», entonces esta parte sigue siendo esta parte más «real» de alguna manera. Encarar esa facción de uno mismo y por eso utilizo estas fotos.
PP: Y que además es también afirmar que eso es digno de ser retratado. Por último, háblame de las fotos de hoy. ¿De qué van algunas de ellas?
K: Hay una en específico que es de navidad. En ella muestro más de mí misma en cómo veo al respecto de la materialización. En la del caracol está la incomodidad. Hay otra donde está un demonio, atrapado, y la interiorización de una parte demoniaca o mala.
PP: Ha sido un placer conocer más de tu obra y poder observarla Muchas gracias. Fue un gusto platicar contigo.
K: Al contrario. Gracias.
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