Collage por I. A. Bosco
Cada que la desaparición del disco se discute en términos que lo refieren meramente como un objeto físico, se ignora la evolución y la apertura a nuevas posibilidades que la exploración de su forma a través del continuo desarrollo conceptual de este medio, aquel encargado, por excelencia, de contener y transmitir música, aún puede lograr.
Como es normal, la discusión sobre su destino va de lo escatológico a lo nihilista. Este eterno temor, expresado a través de premoniciones catastróficas y desesperantes sobre la desaparición del objeto físico concebido como la auténtica forma del disco, termina por interponerse en el desarrollo de este medio, ese que va más allá de esa forma física que el siglo XX entregó. Esta clase de conformación, al ser sólo uno de los momentos de su concepto y forma, llega a ser confundida como aquella que expresa su real y única autenticidad. Su forma única y más leal será aquella que no se detenga, aquella que los advenimientos de nuevas tecnologías y formas de socializarle e interactuar con él, en conjunto con nuestro estudio conceptual y material de este medio, lograrán como resultado mantener a este actual. Cabe mencionar que mi posición no debe entenderse como aquella en contra de la materialidad del disco, sino como aquella que se entusiasma al reconocer que el disco no depende de dicha materia para continuar con su vida y desarrollo como medio artístico. Su aparentemente inminente desaparición física está lejos de ser sinónimo de su fin como tal.
Continuando: al reconocer la constante evolución del mundo, creemos que, de atar al arte a oponerse al cambio, podremos preservar nuestra realidad tal y como la entendíamos; es decir, tener cierta noción de control sobre ella, de pertenencia, de auténtico momento permanente, ello es demandar que nos conforte. La disonancia es clara: exigirle al arte (en este caso, a un medio específico de éste) que se mantenga tal y como antiguamente se le percibía como auténtico, cuando actualmente ello representa una forma que ya no refleja su actual espíritu; ello implica limitarse y limitarle, así como interponerse en la inclinación del arte por ser catalizador y, muchas veces, sinónimo de evolución y desarrollo. Dicho esto, el concepto sobre aquello que es el disco corre riesgo de quedarse en discusiones circulares mientras sea tratado como una mera cuestión de preservar esa supuesta auténtica forma material.
Pocas cosas resultan tan emocionantes o traumáticas como aquella idea de que un medio artístico, así como su exploración y su gestación, jamás logrará entregarnos un mismo resultado que termine por complacernos eternamente. No se puede pedir al arte el confort de que el mundo pueda quedarse siendo tal y como lo es indefinidamente. La verdad es que ningún medio artístico, y menos uno tan moderno como el disco, estará condenado a una supuesta autenticidad sobre su forma, ni sobre la interacción racional y sensible con este. Al final, si a algo está predispuesta la idea de una cosa es a su profundo y extenso desarrollo; es decir, no sólo se expande y concreta la idea de tal cosa, sino que, al profundizar en su estudio, este mismo cobra nuevas dimensiones. No sólo le empieza a resultar más claro qué es aquello que busca aprehender sobre lo que estudia, sino que el terreno de su estudio se expande mientras este se comprende más a sí mismo en concepto y como algo que está vivo en el mundo. Justamente, la evolución del disco como el medio universal encargado de contener y transmitir música se ha desarrollado al punto de delatar ese singular hecho, aquel de que su materialidad no le es imprescindible. Si algo queda claro es que el disco, como medio artístico, no va a desaparecer, sino que, como hago énfasis, el estudio y desarrollo de aquello que es el disco, corre riesgo de estancarse en discusiones redundantes que al fin terminen por truncarle permanentemente si es que se sigue insistiendo en su materialidad como su real, única y auténtica forma, cuando más bien, lo que sucede, es que en su materialidad, la cual no descarto, aquello que es contenido es la idea del disco a través de un medio físico, esa transmisión, esa específica manifestación de lo ideal a lo material que siempre evoluciona es la magia que puede lograr el arte y la que debemos estudiar.
De lo que sí sufre y sufrirá, y esto lo comparte con el cine (otro medio artístico relativamente joven), es de la proliferación cancerígena de su existencia o, más bien, de sus iteraciones; vemos demasiados discos como películas aparecer día con día, pero realmente raro es el momento en que alguno de los dos realmente genera una incisión, un impacto en la imaginación colectiva. Raro es el momento en que, aunque sea en noción, nos golpea repentinamente qué es lo que nos importa de un disco, desde cómo se constituye a cómo se le concibe. Ese momento de inspiración que nos lanza a estudiar más sobre su concepto, forma y manera de concebirse es de donde partiremos para continuar determinando qué es el disco.
Justo aquello que comparten tanto éste último como el cine es que, para bien o para mal, aparecieron y se socializaron como formas sinónimas del consumo masivo, constantemente desdeñadas como sospechosas de ser meramente novedades desechables. Descubrir la verdad sobre el arte que es visto con tal sospecha me parece uno de los reales retos que le pertenecen a nuestra modernidad. Agregaría que no hay nada de agraciado ni de aventurado, ni mucho menos de estudio serio, en refutar a un medio artístico simplemente porque se le relaciona con la tendencia del consumo masivo. Ésta es una característica de ambos medios, mas no un defecto.
Para concluir, agregaría que, para legitimar ambos medios, se ha recurrido a una especie de súper-culturización intelectual compulsiva que ha terminado por entregar productos iguales o hasta más predecibles que las supuestas formas conformistas y desechables que se asocian con su consumo masivo. Lo que tal posición ignora es que un medio como el disco no necesita de nuestra aprobación intelectual para ser lo que ya es, sino que exige entregarnos hacia estudios rigurosos para continuar determinando exactamente qué es y qué puede lograr ese medio. Esto significa descubrir aquello que su continuo ser es. Toda expresión o género de un medio son formas y momentos de éste que terminan por alimentar la idea de lo que tal medio es. Asimismo, cuando se habla de algo como el disco, ya se está hablando de cultura. Aquello que perseguimos es la exposición exotérica de real pensamiento y arte capaces de ser estudiados y apropiados por todo mundo. El disco es un lugar perfecto para llevar esto a cabo, es un medio vivo y universal.