Frente a un piano: cuando el ser humano se conecta con el todo

El temblor tenue de los dedos de una mano, la sucesión de espasmos de un cuerpo aletargado y el posterior despertar de un sueño (quién sabe si real o falso) dan inicio a un viaje de reconexión del ser humano con su mundo interior. Asimismo, nos invitan a conocer el cosmos creado por Bernardo Castilla en el video a Blood or Honey, sencillo con el cual debuta en su carrera como solista. En Primera Página tuvimos la oportunidad de asistir a la presentación de este proyecto y conocer al artista mexicano que propone romper con los moldes de la narrativa musical tradicional. El evento tuvo lugar en un pequeño auditorio de la Terraza Cozumel el pasado 24 de agosto. 

El sonido (a ratos reconfortante y en su clímax inquietante), la mezcla orgánica de los sintetizadores, la guitarra, el saxofón y la voz soprano de Enivia Muré construyen una experiencia sensorial que termina instalándose en la memoria, gracias al trabajo visual del director David Pablos y la producción de Kauss.

“Un día me senté frente a un piano y sin ningún tipo de expectativas empecé a escribir algo”, menciona Castilla. Algunos lo llaman inspiración, los poetas lo describen como las voces de las musas, pero para Bernardo es un “no sé de quién sea”: una fuerza misteriosa que impulsa a los artistas al acto de creación. Una vez iniciada la proyección del video, entendimos a qué se refería: la canción fue desde el principio energía fluyendo a través del cuerpo. 

Esta idea se materializa en la actuación de Bernardo, quien en el video interpreta a un hombre que emprende un viaje hacia la multiplicidad de sensaciones aparentemente contradictorias: placer, dolor, alegría, tristeza, verdad, ilusión. En la primera secuencia entra en un enfrentamiento con la naturaleza, pero conforme pasa el tiempo se da cuenta de que lucha contra algo más; se vuelve vulnerable, sensible ante la energía original; luego es poseído por una fuerza misteriosa que recorre su cuerpo a veces en forma de convulsiones, movimientos impredecibles, erráticos, y otras más en forma de quietud, sosiego y contemplación. 

Las imágenes compuestas por David Pablos se intercalan entre el estado de contemplación y el de posesión. Los escenarios escogidos reflejan las sensaciones múltiples de este viajero. Así como hay una aparente contradicción en lo que él siente, también hay una contradicción aparente en las escenas. Unas se sitúan en el día, otras en la noche, lo que nos hace creer que forman parte de momentos diferentes. Pero no. Todo ocurre simultáneamente. No hay dualidad día-noche. Hay una totalidad. Todo lo que vive el viajero es múltiple. 

Las barreras del espacio y el tiempo se difuminan. Lo que creemos percibir con los sentidos se vuelve incierto. Como espectadores nos exponemos a símbolos de manera constante. Hay santos, casas abandonadas, espacios vacíos, cuerpos desconocidos, naturaleza, hay fuego. Todo esto contribuye a la ruptura del espectador con las limitaciones de la realidad. Remiten a una significación igualmente múltiple.

El fuego en Blood or Honey tiene un papel fundamental. Además de acompañar al viajero en su soledad, como puede verse en algunas escenas, tiene la función de reforzar la idea de que estamos presenciando una totalidad. Heráclito hace siglos planteó que el fuego era el origen del todo, el elemento a partir del cual se crean las realidades. En el video Pablos representa esta idea, primero llevando el fuego al plano nocturno y, después, llevándolo al plano diurno de la mano del viajero.

Finalmente llega el clímax, cuando el sonido de los instrumentos se satura, las imágenes desaparecen y reaparecen; cuando se representa una sensación casi orgiástica, las dudas nacen y lo único que queda para suplir las respuestas es una impresión en el pecho. Algo que la razón no alcanza a percibir, pero la intuición sí. Sin embargo, las preguntas persisten. ¿Se trata de la representación de algo sobrenatural? ¿Un viaje que termina en locura? ¿El encuentro del ser humano consigo mismo? ¿La integración del yo individual al continuum del universo? ¿Qué significa todo esto? Al salir del pequeño auditorio surgieron más preguntas. Bernardo pudo resolver una de ellas:

Me gustaría dejarlo abierto a interpretación, [pero] estamos hablando de psicodelia y de estados alterados de la consciencia. Misticismo de la experiencia humana.

Él además cuenta que mucha de la inspiración detrás de esta canción llegó en una sesión de Ayahuasca. Muchos artistas han creado sus mundos o plasmado otra realidad a partir de sus experiencias con las drogas. Ejemplos en la literatura hay muchos, desde decadentistas cómo Charles Baudelaire y Paul Verlaine, hasta miembros de la Generación Beat cómo William Burroughs. Al artista experimental le permitió llegar más allá, su vivencia la describe como «un orgasmo constante físico sin parar», no necesariamente sexual, que lo llevó también al dolor constante a causa del placer reiterado. Todo lo anterior quedó plasmado en el video, pero no sólo se trata de eso, también es «un reflejo de lo que un humano vio en toda su vida, desde lo mejor [hasta] lo peor», dice Castilla. 

Él no busca escapar de la realidad; el ser humano que vemos en el video, tampoco. Ambos están en una búsqueda de aceptación de lo que existe en este mundo tangible y más allá de él; en una búsqueda de todo lo que se puede sentir física, mental y espiritualmente.

Por último, quisiera volver al título de este sencillo. En español se traduce como “sangre o miel”. Ambos elementos nos pueden remitir a las fiestas que los griegos celebraban en honor a Dionisio. La sangre, producto de los sacrificios para ofrendar al dios, y la miel, metonimia de la comida que se comían hasta el hartazgo. Las dionisias representan el placer en su máxima expresión y de eso se trata Blood or Honey: placer al límite, esa clase de placer que gozamos y sufrimos; que puede aparecer ante nosotros como algo pacífico y en otras ocasiones como algo violento. Es la vida y la muerte.

Hay distintas maneras de entender esta obra. La riqueza tanto a nivel sonoro como visual permiten interpretarla del modo como nuestra intuición nos guíe. A final de cuentas de eso se trata, una experiencia que no admite una verdad absoluta, tampoco una respuesta basada en la razón, sino miradas múltiples basadas en algo más.

Si queremos encontrar nuestra propia interpretación, podemos empezar con una de las muchas posibilidades que explica el artista experimental:

Creo que a veces nos olvidamos lo muy conectados que estamos con la naturaleza y con el universo. Nos olvidamos por completo, porque estamos tan aislados en la ciudad […] puedes llegar a salir de ti mismo y de la conexión con el otro. Creo que a la hora de escribir esta canción yo sentí esta vibra de conexión […]. Me volví el todo. Yo creo que esta canción, pues, es un reflejo de todas estas cuestiones.

Bernardo Castilla