Desde hace más de tres décadas, la colección Material de Lectura de la UNAM nos ha ofrecido una ventana a un amplio catálogo de la literatura universal, pues abarca libros breves de múltiples autorxs de todo el globo terráqueo. Recientemente reeditado como parte de la nueva época de la colección, el número 141 nos invita a conocer uno de los cuentos más significativos de una escritora relevante en México e Hispanoamérica: Elena Garro (México, 1916-1998).
Para este volumen, “La culpa es de los tlaxcaltecas” (1964), relato celebrado por la crítica literaria, es acompañado por dos notas introductorias: la primera a cargo de Cristina Rivera Garza, y la segunda escrita por Marco Aurelio Carballo (para la presentación de la primera edición del Material de Lectura dedicado a Elena Garro en 1989), que vaga un poco en la biografía de Garro para especular sobre la obra de la escritora mexicana.
En sus comentarios, Rivera Garza nos conduce a una reflexión sobre las violencias machistas, misóginas y raciales presentes en la narración, la cual, en palabras de la académica:
se estructura a través del diálogo que una joven señora Laura sostiene con Nachita, su cocinera, mientras la primera le confía sus desventuras entre dos tiempos, y dos maridos, distintos: el México indígena que está a punto de caer ante el embate español y el México de su presente, mestizo y modernizador.
Cristina Rivera Garza en Elena Garro, Material de Lectura. Narrativa, UNAM, p. 3
Con este texto, la escritora resignifica el cuento de Garro apoyándose en una lectura que, a través de cuerpos, humanos o no humanos, rescata de las profundidades aquellas relaciones estructuradas por lazos de poder dinámicos y disolubles. Cristina Rivera Garza utiliza esta herramienta para dotar el relato de una cualidad desedimentadora de las violencias de género y coloniales que, aunque datan de la Conquista, nos acompañan en el México actual.
Esta lectura propuesta por Rivera Garza rescata aquellos elementos de “seres animados e inanimados [que] contribuyen a una narración en la que la memoria es material, [y] presta a irrumpir en el presente, cuestionándolo”. Así, el vestido blanco, manchado de sangre y quemado que porta Laura simboliza la conexión entre las guerras, las muertes, las torturas de la Conquista y los maltratos físicos y psicológicos de un marido violentador; los ahuehuetes de Chapultepec y las piedras han sido testigos de las catástrofes, han llorado por la caída de Tenochtitlan, han visto cómo las agresiones se congelan en el espacio mientras el tiempo avanza.
Una vez expuesto cómo la escritura de Garro exhibe las agresiones vividas por sus personajes a causa de su origen étnico o por su identidad sexo-genérica, Rivera Garza hace una elipsis espaciotemporal para transportarnos a dos performances mediante elementos presentes en el cuento.
En el primero de ellos, un vestido blanco (portado por la artista Pippa Bacca, quien viajaba por países con historial bélico para llevar un mensaje de paz) queda manchado de sangre tras el asesinato y la violación de Bacca. Entonces, “el vestido blanco constituye la prueba material de las transgresiones temporales y afectivas de su portadora”; demuestra la violencia sistemática que el patriarcado ejerce hacia las mujeres mediante sus compinches, el machismo y la misoginia.
Situado en Argentina y a cargo del grupo La Tesis, el segundo performance se tituló «Un violador en tu camino», el cual “capturó un momento crucial en el proceso de cura del lenguaje patriarcal”; salió a colación a partir de la sentencia que recita Nachita sobre su patrona en el cuento de Garro: “Yo digo que la señora Laurita no era de este tiempo, ni era para el señor”, con lo que deja a un lado la revictimización y los juicios de valor propios de la lógica heteropatriarcal que obliga a la mujer a una sumisión absoluta.
Por su parte, Marco Aurelio Carballo realiza un veloz recorrido biográfico de la autora en su nota introductoria. Amplía la visión de quién fue Elena Garro para llenarnos de curiosidad sobre ella, y además nos habla de su obra vasta y varia. Aquella que aspiraba a ser una coreógrafa, bailarina o general resultó ser una espléndida domadora de palabras, por más que renegara de su vocación u oficio en diversas entrevistas.
Autoexiliándose en diferentes latitudes, logró escribir historias hipnotizantes con personajes que se desfiguran entre relatos mediante identidades ambiguas y deformaciones espaciotemporales, como sucede en La semana de colores (1964) o Andamos huyendo Lola (1980). Carballo también nos involucra en su apuesta sobre lo que sería la obra futura de Garro; nos cuenta las intenciones de Elena por escribir una novela con la revolución rusa como epicentro. Sin embargo, no es nada más que una sospecha alimentada por la curiosidad de qué sería lo próximo con lo que la escritora poblana engatusaría a su público lector y una esquiva de su lamento por el reconocimiento no otorgado a la propia autora. Hasta ahora, después de veintitrés años de aquella especulación, no se encuentra publicada ninguna novela con aquellas características bajo la autoría de Elena Garro.
Después de estos breves textos introductorios, inicia el relato “La culpa es de los tlaxcaltecas”, fascinante viaje que nos exige un involucramiento riguroso para no perdernos entre líneas por los cambios de las voces narradoras, ni por los túneles que nos llevan siglos atrás o adelante. Con una clara influencia del realismo mágico, la autora nos cuenta la historia de una señora que vive entre aventuras amorosas y traiciones, entre un mundo moderno, racista, y un mundo pasado, caótico, lleno de guerra.
Garro reescribe la epopeya azteca para evidenciar dos caras de una misma moneda: el maltrato doméstico y la derrota indígena en la Conquista. En la historia, Laura, una adúltera, intima con un indio, traiciona sus votos y descuida su hogar al desaparecer días y noches para reunirse con él. Además, es una cobarde que no soporta la muerte de su familia en la guerra de Conquista y que le da la espalda a su pueblo. En pocas palabras, una traidora en ambos tiempos. Ante los ojos de la normativa patriarcal, es una mala mujer. Laura escapa, desleal, de un espaciotiempo a otro: conoce a su esposo actual después de abandonar a su familia, víctima de la Conquista española, y se rencuentra con su amado de siglos atrás, cuando ella se convierte en presa del macho con el que se ha casado.
El Material de Lectura número 141 ofrece una revisión a la obra de Elena Garro desde diferentes aristas para mostrarnos una literatura vigente en el presente, pues que aluza la atemporalidad del machismo, el racismo y la xenofobia estructurados bajo un sistema patriarcal del capitaloceno.
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