Diversidad en corto: cuatro (breves) películas queer

El corto es una oportunidad creative. Su brevedad es el pretexto para buscar nuevas formas de narrar. No es una antesala a una ópera prima, ni el ejercicio obligatorio para que le realizadore practique y afine su estilo antes de su primer largometraje. Lo que sí, es una sala de juegos para explorar, inventar, divertirse. Aquí un listado (breve) de algunas películas queer cortas que juegan con la luz, el encuadre, los colores, el montaje y más.

The Booth (2018), de Rohin Raveendran

Las relaciones queer siempre encuentran su cauce, aprovechan todo recurso para burlar cualquier obstáculo. Esto es muy claro cuando se explora el mundo del cruising, donde un parque solitario o unos baños en alguna gasolinera a las afueras son reapropiados por hombres para satisfacer sus deseos carnales.

Dentro de un centro comercial, que funciona como metáfora de una sociedad conservadora, una caseta de revisión es el refugio y testigo de un amor que debe ingeniárselas para poder sobrevivir. Rohin hace un uso maravilloso del espacio y el encuadre para decirnos que dos mujeres encerradas y aprisionadas deben esconderse detrás de una cortina negra para amarse. Burlando una rutina tediosa, una guardia que te recuerda lo prohibido y un señor que acosa, los personajes principales de esta historia encuentran el momento para verse y recordarse su amor.

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GUO4 (2019), de Peter Strickland

La erótica encuentra con ingenio una nueva manera de presentarse ante nosotros. Si alguna vez me he planteado que el poner cuerpos desnudos frente a la pantalla es erotizar sin esfuerzo, con esta obra me retracto. Un vestidor es el escenario de una pelea entre dos hombres desnudos que lucen sus cuerpos tonificados entre esfuerzos por derrotar a su oponente. Lo más interesante de GUO4 es que los planos menos eróticos son aquellos donde los penes de los luchadores son explícitos. La sensualidad reside en ese frame donde vemos los bíceps tensos, la mano de uno entrelazada con la del otro, la boca abierta en un orgasmo que es un grito de fuerza para vencer al oponente. El cortometraje de Stickland usa a su favor la pixelación para crear una atmósfera que seduce al espectador referenciando a las fotografías de Bob Mizer.

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Madonne (2020), de Maurizio Lombardi

Un vagón de trasporte público carga una docena de personas sumidas en su existencia, tal vez en su rutina. Caras planas, miradas vagabundas recorren una ciudad que avanza sin preguntar. Un amor adolescente se hace presente rompiendo con el ambiente cargado de gris para dar lugar a miradas que ahora se sorprenden por unos besos y sonrisas a quienes poco les importa lo que sucede a su alrededor porque lo pasado allá se quedó y el destino puede ser donde sea, importa el presente y quien está ahí. La luz cálida de un atardecer en Italia acoge a este par que ignora el protocolo lúgubre del día a día y alimenta la pasión sencilla de un amor joven.

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Heaven Reaches Down to Earth (2020), de Tebogo Malebogo

Entre colores brillantes y un paisaje seductor, un poema nos habla de las montañas y de las brasas que arden mientras vemos dos hombres caminar hacia cielos azules, atardeceres naranjas sobre pastos verdes. Nadan en aguas frías riéndose para luego verse con una pasión que fracasa en ocultarse. Tebogo aprovecha la saturación de los colores para exponenciar la poética de su imagen y la euforia interna de sus personajes. Las metáforas no son únicas de la poesía en este cortometraje poético, donde las montañas sudafricanas se pueden acariciar en la cordillera que se forma por la espina dorsal.

Los cortometrajes están disponibles en FilminLatino y MUBI.