«Nosotros en la noche»: un nuevo comienzo en la vejez

Una noche de mayo, en plena primavera, Addie Moore decide visitar a su vecino Louis Waters, a quien apenas conoce, para hacerle una propuesta: dormir todas las noches con él para acompañarse mutuamente. Ambos son dos ancianos viudos que, desde hace años, viven el dolor de haber perdido a sus parejas en soledad y sin nadie con quien compartir la vida. Nosotros en la noche (Our souls at night, 2015) es el libro más popular del novelista norteamericano Kent Haruf, cuya historia expone la necesidad humana de conectar con otras almas y envejecer con las personas que queremos.

Nacido en Colorado en febrero de 1943 y fallecido en noviembre de 2014 por culpa de una enfermedad terminal, Kent Haruf no tuvo una larga trayectoria como escritor. Sólo publicó seis libros, entre los cuales destacan La canción de la llanura (1990) que se convirtió en best seller y Where you once belonged (aún sin traducir al español) (1990). Sin embargo, Nosotros en la noche (2015) ha sido la que ha tenido más éxito en Estados Unidos y en Europa debido a la sensibilidad de sus personajes y a la ternura que desprende la historia. Además, el libro tiene todavía más envergadura si tenemos en cuenta que lo escribió cuando ya le habían diagnosticado la enfermedad, y lo corrigió justo antes de morir. El éxito ha sido tan grande que en 2017 Netflix estrenó una película basada en el libro protagonizada por Robert Redford y Jane Fonda.

En Nosotros en la noche, y así como en el resto de sus novelas, los acontecimientos tienen lugar en una pequeña localidad ficticia llamada Holt, en Colorado. Se trata de una población rural cuyos habitantes están llenos de traumas que invaden la vida de los personajes principales. La mayoría van frecuentemente al bar, a la iglesia y cuidan sus jardines, pero viven solos, ya sea porque son viudos o porque les han abandonado. Eso provoca que, a menudo, se conviertan en espías de las vidas ajenas y no haya espacio para la intimidad. 

Todo empieza cuando Addie Moore se presenta en casa de su vecino Louis Waters y de manera natural le dice: “Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. No hablo de sexo, no. Hablo de sentir el calor del otro en la cama, de hacernos compañía”. La reacción de Louis es de sorpresa total y le pide un tiempo para pensárselo. Al día siguiente, después de haber ido al barbero, el hombre la llama por teléfono para decirle: “Me gustaría venir esta noche, si te parece bien”. Después de esa noche los dos se dan cuenta de que quieren seguir adelante con ese experimento y que con la otra persona enfrente son capaces de abrirse y explicar sus miedos, inseguridades y traumas vitales hasta ese momento escondidos en el fondo de sus almas. 

A pesar de tener que soportar críticas por parte de los vecinos y constantes miradas de aversión, los dos ancianos de 70 años no se dejan intimidar por la oposición que reciben a su relación, y, por ende, siguen viéndose por las noches para dormir juntos y explicarse sus vidas, e incluso llegan a atreverse a salir a pasear por el pueblo e ir a varios restaurantes a comer. Como era de entrever, su confianza cada vez va a más hasta que se plantean la posibilidad de establecer una relación de pareja, ya que desde la defunción de sus cónyuges, nunca se habían sentido igual de bien con otra persona, y la conexión entre ambos es máxima. No obstante, en ese momento aparece Gene, el hijo de Addie, rogándole que se quede unas semanas con su nieto, Jamie. Gene y su mujer están atravesando varios problemas en su matrimonio y prefieren evitar que Jamie lo sufra. De esta manera conviven los tres: Addie, Louis y Jamie. Al principio Jamie se siente extraño y triste por estar alejado de sus padres, pero en seguida el pequeño empieza a entablar una gran sintonía con Louis, lo cual también ayuda a solidificar la relación entre éste y Addie. De esta forma, empiezan a vivir una nueva vida los tres; un día van a pasear, otro a hacer un picnic en la montaña…

El libro trata de una manera extraordinaria la afinidad existente entre los niños y las personas mayores. El pequeño Jamie descubre una manera sana e incluso inocente de divertirse, basada en el cariño hogareño de su abuela y su nueva pareja, a quienes aprende a amar como si fueran sus padres. Ese afecto es, precisamente, lo que el niño no tenía en su casa, ni tampoco Addie ni Louis, que antes de conocerse vivían inmersos en un pozo de tristeza en el que los días pasaban sin pena ni gloria y con mucha lentitud. Asimismo, aunque la relación entre ambos ancianos adquiere cada vez mayor fuerza a medida que avanza la novela, el futuro de ambos se ve afectado por otro nuevo obstáculo: si no era suficiente la hostilidad de los vecinos y la gente del municipio, también hay que añadirle el rechazo flagrante que Louis recibe del hijo de Addie. La discusión de Gene con su madre por rehacer su vida con otra persona después del fallecimiento de su padre provoca que se lleve a Jamie de vuelta a casa y que la relación entre ella y Louis peligre. 

Ésta es, sin duda, una novela de dos personas hundidas en la soledad y la nostalgia del pasado que, al llegar a las puertas de la vejez, se niegan a dejar que la vida pase sin ofrecerles nada más. Es una historia de dos valientes que dejan atrás el “qué dirán” de los demás y se centran en disfrutar de los pequeños placeres de la vida con el amor, la empatía y el cariño de alguien en su misma situación. También es una oda a la esperanza ante la posibilidad de reconciliarse con uno mismo en los últimos años de su camino existencial. Al mismo tiempo desprende romanticismo y ternura, con el objetivo de concienciarnos del valor del contacto humano y de escucharnos unos a los otros, en un mundo que a menudo va demasiado deprisa para mirarnos a los ojos.  

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