«Mientras esté vivo»: el (sin)sentido de la vida en el momento de su ocaso

¿Hasta dónde estirarás la vida en un mundo de muerte?

Carlos Segura

Año y medio de pandemia no ha transcurrido en vano. La muerte y el duelo han vuelto a plantar cara a millones de personas alrededor del mundo, después de que el ajetreo de la época contemporánea nos obligara a dejarlos de lado. De repente, volvimos a pensar en el valor de la vida y en sus promesas sin cumplir, pero también en todos aquellos quienes no lograron sumar nuevos días a su calendario. Aunque el covid-19 ya ha esbozado su puerta de salida, es indudable que se quedará entre nosotros esta mirada empática y renovada hacia todo lo que conlleva una enfermedad, especialmente aquella catalogada como terminal. Mientras esté vivo (De son vivant, 2021), séptimo largometraje dirigido por la actriz francesa Emmanuelle Bercot, es una ventana a un nuevo entendimiento de la muerte y las ideas alrededor de este proceso.

Crystal (Catherine Deneuve)

Mientras esté vivo sigue la historia de Benjamin Boltanski (Benoît Magimel), un profesor de teatro a punto de cumplir cuarenta años, quien vive en negación frente a su diagnóstico de cáncer, a la par que encara la relación con Crystal (Catherine Deneuve), su manipuladora madre, y al hecho de no haberse atrevido a compartir la vida con Léandre (Oscar Morgan), su único hijo. Cuando Benjamin se enfrenta al momento de decidir entre renunciar al tratamiento médico o seguir con él a sabiendas de su inminente deceso, será responsabilidad del Dr. Eddé (Gabriel A. Sara) ayudarle a reorganizar las piezas de su vida para aceptar su destino.

Una lectura inicial a la premisa de Mientras esté vivo deja ver que no se trata de un filme rompedor; no innova en el retrato de la enfermedad en la pantalla grande ni descubre el hilo negro de uno de los temas predilectos para el género de drama. Más bien, el encanto de la cinta reside en su exposición de los conflictos familiares que rodean a una enfermedad terminal, así como en la representación cercana y humanística de la misma, motivada por la asesoría del oncólogo Gabriel A. Sara, quien también interpreta al Dr. Eddé. A propósito, la elección de un doctor como actor no parece ser gratuita: la directora Emmanuelle Bercot, quizá consciente de la herencia vanguardista del cine europeo, hace un guiño a la tradición del neorrealismo italiano, donde era común que la gente de a pie interpretara a los personajes con quienes compartía profesión.

Es en la aparición de este personaje donde el filme revela el primero de los temas que subyacen en la trama: la aceptación de lo inevitable y el alivio del dolor a través del arte. La música juega un papel fundamental dentro de esta historia, como un elemento que reconecta a los pacientes del doctor con sus emociones más profundas y sus recuerdos más valiosos mediante el baile y el canto. Sin embargo, pese a la primera impresión que nos da este recurso, Mientras esté vivo no recurre a la fórmula habitual en las cintas de drama de utilizar una canción —“Nothing Compares 2 U”, en este caso— como catalizadora de la motivación que le faltaba al protagonista para salir victorioso de su batalla física y emocional. Más bien, así muestra una peculiar forma de lograr que los afectados libren los obstáculos emocionales en el camino de aceptar su partida, tal cual lo hace Gabriel A. Sara, un defensor acérrimo del “pacto de honestidad”, con las personas a quienes atiende en su labor médica fuera de la pantalla grande.

Benjamin Boltanski (Benoît Magimel)

Como un acierto a nivel dirección, Emmanuelle es muy cuidadosa de no convertir su película en un homenaje a los métodos del doctor Sara, ni en un comercial pagado de sus servicios oncológicos. De hecho, si la película destaca por su perspectiva sobre la muerte, es porque ésta no bebe del optimismo al que nos han acostumbrado otras formas narrativas más tradicionales, sino de la ciencia y el conocimiento de la enfermedad. Así, Mientras esté vivo no alberga el típico mensaje de motivación y superación; más bien, realiza un comentario sobre el sentido de la vida (o la ausencia del mismo) cuando aquella se encuentra en sus últimos alientos. Manifiesta uno de los deseos intrínsecos que nos unen como humanidad: contar con la oportunidad de “limpiar el escritorio de nuestra vida” y hallar paz con los errores del pasado. Un acto de amor, o una maldición revestida de privilegio, del cual hemos vuelto a caer en cuenta tras una pandemia global que nos ha hecho cuestionar nuestras expectativas de una vida larga.

Los espectadores, ávidos de un mensaje que nos permita revalorar la vida, nos reflejamos en el duelo de Benjamin por encontrar tranquilidad con el curso de la suya, al igual que los alumnos de teatro proyectan su juventud en la anécdota de su maestro, y el doctor Sara junto a sus colegas alrededor del mundo identifican en la pantalla las historias que han ayudado a concluir. De esta forma, Mientras esté vivo nos invita a apreciar el tiempo que nos queda, así como a reconocer nuestra empatía por las personas que han aceptado su destino de la mejor manera, y por aquellos quienes las asistieron en la búsqueda de su vitalidad desde la silla del cuidador. Una perspectiva que hemos de recuperar en nuestras discusiones venideras, en estos tiempos donde se ha vuelto a apreciar el rol de los médicos como combatientes en primera línea de una crisis sanitaria global, y temas como la eutanasia regresan paulatinamente al centro de la discusión pública.

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Mientras esté vivo forma parte de los siete largometrajes seleccionados para el 25° Tour de Cine Francés. Éstos se proyectarán en más de cien salas a lo largo de 73 ciudades de México, a partir del 14 de octubre. Más información y cartelera en su sitio web y en Revista Primera Página.