Una vez más escribo sobre Lectura del fin del mundo, el evento organizado por Cardenal Revista Literaria hace unas semanas. Me interesa en esta ocasión abordar el evento poético del pasado sábado 17 de julio en el bosque de Chapultepec desde una óptica más atmosférica. Es decir, hablar del estado del ambiente en ese momento y lugar determinados. Esto porque me parece importante, especialmente en el contexto de la pandemia, no obviar el flujo de emociones derivado del encuentro de voces —cuerpos— que recitan y construyen en conjunto la poesía contemporánea. Esta vez me acompañan las reflexiones de lxs poetas costarricenses María Macaya Martén y Daniel Araya Tortós, con quienes, una vez terminada la lectura, tuve una charla muy emocionante.
Podría afirmar que para conocer sobre un oficio hay que escuchar a sus participantes más jóvenes. Son ellxs quienes mejor conocen lo que hacen debido a que se encuentran con un pie dentro del mundo que continúan descubriendo y el otro afuera delimitando aún lo que ese mundo comprende. Quien empieza a desarrollarse profesionalmente dentro de un campo goza de una sensibilidad única sobre el mismo: se encuentra transitando entre la fantasía y la realidad, entre el deseo y la práctica, entre representaciones y percepciones de su quehacer y entre lo que éste ha sido y en lo que se está convirtiendo.
En la lectura del sábado participaron ocho poetas costarricenses: Alelí Prada, Bernardo Corrales, Byron Ramírez, Daniel Araya, Diego Mora, Ignacio Aru, Lovesun Cole y María Macaya Martén. Por parte del ala mexicana, estuvieron presentes Héctor Rojo, Giovanna Enríquez y Mercedes Soto, a quienes, a la mera hora, nos pegamos algunxs más. La diversidad de voces —las diferentes maneras de pensar, hacer y recitar poesía— se hacía evidente conforme avanzaba la tarde a un costado de la estatua del Quijote, en la Calzada de los Poetas. Esto me dejó muy ansiosa y con la latente pregunta por el estado de la poesía en la actualidad: su vigencia y sus posibilidades.
Sobre esta línea giró la charla que tuve con Daniel Araya Tortós y María Marcaya Martén. A continuación les comparto sus reflexiones en torno al papel de la poesía en el presente vertiginoso.
Daniel: Hay que reconocer, en primer lugar, algo que mencioné hace unos días: los efectos un tanto positivos de las redes sociales. Las redes nos han permitido acercarnos a perspectivas y a realidades totalmente distantes a nuestras corporalidades y además de una forma inmediata. Esto nos ha permitido nutrirnos de una manera que nunca se ha podido en la historia. Además, nos ha puesto en contacto con nuevos recursos: campos como el de la poesía gráfica, que se ha venido dando desde hace bastante tiempo, desde el Dadá; también la propia poesía concreta en Brasil; también ramas como la poesía virtual, un movimiento en España bastante experimental que utiliza el diseño de páginas web como herramienta poética. Todo esto la verdad es que hay que saberlo abrazar, hay que reconocerlo. Hay que saber que de dos caminos totalmente diferentes se puede llegar al mismo punto y ambos son igual de válidos. Hay que saber abrazarlos. Hay que saber por dónde ir, no quedarse en una línea fija, sino saber fluir. Hay que tomar una voz propia en la poesía, ser responsables con ella, pero saber que ésta puede moverse por todos lados.
María: Como lo hablaba Daniel, vivimos en una época muy digital, todo es inmediato y hay un exceso de estímulos. Creo que esto es difícil para la poesía porque nos encontramos en un momento en donde ésta compite con las redes sociales, con videos, con todo lo que nos ofrece el internet. Se trata de estímulos muy inmediatos y fuertes. Yo creo que por esto la poesía se escribe hoy en día de maneras tan diferentes a como se escribía años atrás, cuando se vivía una realidad que no era tan rápida y abrumadora. Es un gran reto mantener lo que conocemos como poesía, esa profundidad y ese nivel, y al mismo tiempo producir un impacto muy rápido y apelar a una audiencia más grande. Porque sí, lo que queremos es que la mayor cantidad de personas pueda disfrutar, sentir y experimentar la poesía. Por eso creo que hoy estamos escribiendo muy diferente y definitivamente vamos hacia allá: tener más impacto, el difuminar los géneros, el difuminar las prácticas artísticas como las conocemos. La poesía está entrando en distintos campos como en las artes plásticas, en el performance, en artes sonoras. Esta unión la venimos viendo desde siempre, no será nueva, pero los tiempos actuales nos están demandando fusionarnos con mayor profundidad.
Tanto María como Daniel recién publicaron su primer libro de poemas, Viento inmóvil y Reposo entre agujas, respectivamente. Han pegado ya el brinco y todo les queda por delante. Se encuentran ambxs experimentando la poesía de una manera única, constituyendo su propia idea de lo que ésta es y puede ser, deviniendo ambxs poetas.