La ficción suele pensarse desde su vínculo con lo meramente imaginativo, irreal y fantástico. Se asocia, casi por inercia, con naves espaciales, robots, viajes en el tiempo o monstruos fuera de serie; y aunque, en efecto, guarda cierto vínculo con estos, lo extraordinario también se revela en las ensoñaciones cotidianas, las historias de personas comunes y aquello a lo cual no le encontramos nombre ni explicación, pero de cuya existencia tenemos certeza. Lo fantástico es, entonces, una parte más de la realidad —una quizás imprescindible— y no su simple oposición.
Además, la ficción tiene el valor de mostrarse como una suerte de vía de acceso a otras perspectivas. En ella, los límites físicos y cognitivos se rompen para dar lugar a posibilidades que van de lo utópico a lo catastrófico, de lo absurdo a lo terrorífico, de lo paradisiaco a lo enloquecedor. En ese sentido, la ficción supone inevitablemente la creación y, con ella, la capacidad de inquirir, experimentar y soñar. Todo ello, profundamente cercano al acto mismo de escribir. En Exploraciones quiméricas, primera antología de cuentos publicada por Lectio, se abordan, desde la narrativa, las múltiples aristas de la ficción. Indagación detectivesca, humor, ciencia, amor —ya se ha dicho que tal vez sea éste el estado más cercano a la locura— y horror se conjuntan en las historias de doce autorxs hispanohablantes.
Concebidos entre México, Venezuela, Cuba, Colombia y Chile, los relatos de esta antología se desenvuelven entre rumores escolares que corren en tinta sobre hojas de cuaderno, encuentros pasionales que anteceden a la soledad y la demencia, la angustia y el olor a pólvora de una guerra en Vietnam, la humedad de un bosque habitado por animales fantásticos, la música y el alcohol de un sombrío club de blues en Mississippi. Lejos de rozar el sinsentido, estos cuentos anteponen situaciones que despiertan cuestionamientos éticos, sociales y afectivos. Son, en muchos casos, historias que nos trasladan a tierras lejanas o escenarios extraños, pero que al mismo tiempo generan profunda empatía desde sus personajes. Aquí, quien lee se reconoce espíritu, gánster, androide, bestia y psicópata, pero también joven enamorado, hermano fiel, profesionista frustrado, hijo admirador de su padre y artista ávido de reconocimiento. En ese sentido, acercarse a este libro es hacerlo también al polifacético comportamiento humano, a su susceptibilidad al sufrimiento, la frustración y a la irremediable incertidumbre del destino.
En pocas páginas, como implica el retador formato del cuento, lxs escritorxs llevan sus Exploraciones quiméricas a desarrollos complejos, íntimos y estremecedores. Superando el, espero ya extinto, prejuicio de que la ficción colma únicamente las ansias de entretenimiento, lo cual en realidad tiene valor en sí mismo, los relatos de esta antología invitan a lxs lectorxs a implicarse y posicionarse afectiva e incluso políticamente en ellos.
Finalmente, Exploraciones quiméricas es, como su título sugiere, un rompecabezas que une las venturosas indagaciones emprendidas por sus autorxs, inquietadxs por investigar las posibilidades de otros mundos. El resultado son ventanas maravillosas por donde nos es permitido contemplar escenarios otros para volver, así, con ojos renovados, valientes y ávidos, a reconocer lo que existe de fantástico en éste que habitamos.
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