La invasión de lo extraño: “Pasos en la casa vacía”, de Eduardo Cerdán

Ilustración de Carlos Gaytán

Imaginen comenzar a leer un libro y sentirse cómodx en sus letras. Que el ir y venir de los párrafos funcione igual que las mareas y su poder relajante. Encontrar, de algún modo, un hogar en un texto. Ahora, imaginen que ese hogar se ve asediado por un peluche vivo, por un nahual, por un asesinato, por un ente indefinido, por un cuerpo sin extremidades y por un insecto extrañamente familiar. Ese hogar empastado se convierte a cada línea en un lugar tormentoso que causa más repulsión que cercanía. Eso es Pasos en la casa vacía (2019), de Eduardo Cerdán.

Desde una perspectiva literaria, Cerdán retrocede sobre los pasos de la supuesta naturalidad humana y reflexiona desde el origen. Debajo hay sombras, oscuridad y narrativa. Los relatos que conforman el libro no apuntan hacia demostrar una naturaleza despiadada del ser. Más bien, lo impío y lo profano emergen con una sencillez atemorizante. 

Los más de los cuentos se envuelven en una atmósfera desesperada que clama por misericordia y familiaridad. Lo extraño, lo otro y lo marginal toman el protagonismo con sus propias extremidades. La otredad se hace presente y reclama su lugar en la narrativa; el resultado no podría ser otro que la extrañeza, lo cruel y lo siniestro. Los personajes y las situaciones están atados irremediablemente a la poca empatía y a la diferenciación.

En “Cuestión taxonómica” una bestia irrumpe en la cotidianidad de los personajes y demuestra la rapidez con que viaja la lengua. Ese elemento de invasión se retoma a lo largo del libro. En “El doctor” un ente zoomorfo entra de noche en la habitación de un médico rural. En “La noche del duende” un recuerdo se convierte en tragedia después de su intrusión en el presente. En “El lavadero” un chaneque, o quién sabe qué, intenta entrar en la vida de una madre y su hijo. Avanzamos a creer que la invasión corrompe la familiaridad hasta desentrañar sus vísceras más profundas. Hay algo horrible en que los otros entren aquí.

Un aspecto interesante del libro es que retoma el ambiente periférico casi sin describirlo. No habría lugar mejor para desarrollar los relatos, pues en la relación de la ciudad y la provincia, la otredad se encuentra en la periferia. Ahí las relaciones entre  ser(es) humano(s) y naturaleza(s) se ven atravesadas por más factores de los que alcanzamos a vislumbrar. Quizá las complejidades de lo extraño sean pura imaginación y lo verdaderamente siniestro se encuentra en nosotros. En “Canis mutatus” y en “De nuevo el amanecer” se lee que lo verdaderamente pavoroso se encuentra en lo propio. En la primera, un peluche muestra rasgos vivientes, y en la otra, una cucaracha toma el protagonismo en la vida de una mujer. Así lo uno y lo otro se debaten en un abismo infranqueable de singularidades.

Eduardo Cerdán retrata con fidelidad la lengua y sus trucos. Sus hablantes no se guardan ningún verbo ni adjetivo. Es fundamental leer los cuentos en su contexto y hay pocas cosas que contextualicen mejor al relato que su argot. Además, el autor deja espacio en su libro para algunas contundentes críticas sociales. La desigualdad de clases aparece cruda en “Ganar la casa”, donde un niño se enfrenta a la riqueza de la patrona de su abuela. El problema del patriarcado se revela claro y apabullante en la segunda persona de “Línea 3”, en la que nos enfrentamos a un acoso en carne viva. 

Pasos en la casa vacía (2019) ejecuta de una manera novedosa la pregunta primigenia sobre la otredad: ¿Quiénes son los otros y qué quieren? Eduardo Cerdán demuestra su dominio de la narrativa en esta ópera prima que promete sumergirse en lo siniestro y lo extraño. Sus recursos avisan que nuestras realidades se sustentan en lo familiar y que todo cambio abrupto puede subvertir el orden establecido hasta deformarlo en algo ininteligible para nuestras concepciones. La hechura de sus cuentos gana por breve, original y brutal. No hay nada más descarnado que la crudeza de pocas líneas bien manofacturadas. Este libro es un ejercicio necesario en tiempos de extrañeza social y distanciamiento identitario. 

Ilustración de Carlos Gaytán

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Ilustrador: Carlos Gaytan Tamayo (Ciudad de México, 1999). Estudia Ciencias y Artes para el Diseño en la UAM Azcapotzalco. Formó parte de varias exposiciones colectivas de cartel en su universidad. Algunas de sus obras ilustran artículos de Cultura Colectiva. Su trabajo se inspira en diversas técnicas y se encuentra en el diseño gráfico y la ilustración.