Si nos sumergieramos en la mente de un director como Roman Polanski seguramente sus ideas estarían divididas en pisos de departamentos. A la entrada estaría un conserje que pudiera ser el mismo Polanski, vestido con un saco rojo con botones dorados, muy al estilo de los que te reciben en los hoteles caros. Nos recibiría con una macabra sonrisa y nosotros no sabríamos si es de amabilidad o augurando una estancia rara y misteriosa.
Nos acompañaría al elevador y como cada piso es un departamento completo, visitaríamos primero el del año de 1965.
«Repulsión», año: 1965
Una visita guiada por la actriz francesa Catherine Deneuve y de la mano con uno de sus personajes más oscuros hasta la fecha. Catherine nos deja solos en el pasillo para conocer a Carol, un guapa y joven mujer que repudia al novio de su hermana. Aunque ella se encuentra asediada por muchos hombres nunca sede a la lujuria de estos, al contrario, los repudia. Más adelante, en la recámara principal descubriremos que esta joven está siendo abusada sexualmente por un desconocido, acción que la lleva a perder la razón en medio de ilusiones oscuras que la hunden dentro de una profunda depresión. En el cuarto siguiente veremos que una personalidad que no es la de Carol toma posesión, es decir, es ella pero diferente, no la reconocerías si la vieras en la calle.
Al salir del piso nos daríamos cuenta que Roman, el conserje nos espera en la puerta del elevador. La visita en el 65 fue demasiado cansada y fuerte, sin embargo fue alucinante y tan emocionante que no esperamos para conocer el departamento de arriba.
«El bebé de Rosemary», año: 1968
Nos damos cuenta de que el elevador no funciona y debemos subir por las escaleras. Las paredes se recubren de un papel tapíz verde botella desgastado y viejo con detalles barrocos. Los barandales están flojos y es mejor no agarrarnos de ellos. Al llegar al descanso escuchamos gritos de una mujer que reclama a su hijo. Corremos por el pasillo y vemos personas mayores parados a ambos lados, balbucean cosas que no entendemos, seguramente porque no hablamos latín. Los focos del techo prenden y apagan no dejándonos ver los rostros de los que nos reciben. En el número 68 de este piso está la puerta abierta y una mujer de pelo corto rojo nos pregunta por su hijo. Le negamos con la cabeza. Ella se aparta llorando. Al fondo del departamento vemos una cuna negra, con un bebé llorando, volteamos hacia atrás para buscar a la mujer y ha desaprecido.
Nosotros sabemos perfectamente de quién es el hijo y por tomar precauciones decidimos mejor no mirar. Nos conformamos con saber que su madre tiene por nombre Rosemary y que lo está buscando desesperadamente. Sabremos que pronto será un gran manipulador y gobernante mundial.
Salimos por la puerta trasera del departamento, una puerta escondida dentro de un armario nos lleva al elevador como por arte de magia. Roman camina atrás de nosotros y nos pide mirar hacia nuestro lado derecho. Vemos un piso lleno de sangre, el número es 1969, solamente vemos una placa ensangrentada en memoría de una mujer embarazada que dice así: «Devota esposa y casi madre, 1969» . Después, Roman nos dice que fue asesinada. Guardamos silencio.
Tuvimos que pasar por ese pasillo casi a fuerza para pasar al siguiente.
«El inquilino», año: 1976
Roman, el conserje, se quita el saco rojo de botones dorados para ponerse uno de lana color beige con unas coderas de un café más fuerte, toma unas maletas y se mete al departamento con el número 76. Aquí nadie nos invita a pasar, pero como ya vimos los dos anteriores ya tenemos bastante confianza.
Oímos que la casera del edificio lo llama Trelkovsky y que se está mudando a este departamento. Ya instalado, este inquilino conoce a una mujer y la invita a ver el piso. Ella disimula no conocer el lugar pero nos cuenta en secreto, mientras Trelkovsky se encuentra en el tocador, que ahí fue donde se suicidó una mujer mayor. Después que el nuevo habitante de esas cuatro paredes se obsesionará tanto que perderá el juicio y la razón. En seguida oímos otra voz de mujer, jiramos la vista y vemos un espejo con el reflejo de una dama con delineador azul en los ojos, un extraño peinado y rara vestimenta. Buscamos en las demás recámaras a Trelkovsky sin éxito. Esta mujer nos insulta y nos corre del departamento. Salimos despavoridos y nuestro guía Roman no nos espera en el elevador, nos vemos forzados a bajar a pie.
La recepción está vacía, alcazamos a leer que el edificio se llama «Edificio Dakota» y al salir encontramos vidrios rotos y la mujer con delinador azul en los ojos, yace agonizando y vomitando sangre. A Trelkovsky y Roman nunca los volvimos a ver.
Autor: Luis Toriz ¿Es mejor ser respetado o temido? ¿Es mucho pedir ser ambos? Diría Tony Stark. Veo y escribo de cine. Coalboro para el flamante Tour de Cine Francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré no la vayan a ver, sería atentar contra el crecimiento de su propio criterio |