No es necesario señalar la relevancia que ha tomado Netflix en los últimos años. La modalidad de su servicio, además de su variedad y su éxito en la mayoría de sus lanzamientos -como series o películas-, la han posicionado como una marca que preocupa ya a distintas televisoras. ¿Qué vende más que la ciencia ficción conjunta con hechos históricos, que además ridiculiza y critica a las figuras de poder que la mayoría del mundo odia? Lo anterior, convertido en una comedia, implica el alejamiento de lo que se percibe. Ya no hay una empatía directa con el personaje, sino un gozo por las desgracias que se presentan. Tal es el contexto de la película «Ha vuelto» (dirigida por David Wnendt), pero, ¿realmente el filme está tan distanciado de nuestra realidad?
El 20 de enero de 2017, Donad Trump tomó la presidencia de los Estados Unidos. Aún es, para muchos, inconcebible la forma en la que el candidato republicano venció a Clinton. Su discurso se basó en la radicalización de las ideas norteamericanas para crear un vínculo con todo aquel que lo escuchara. El nacionalismo ha creado figuras que sirven para criticarlas o para alabarlas -como en el caso de México-, pues de ese modo se crea una idealización de los valores que, «como personas pertenecientes a una patria que ha entregado a los más grandes héroes del orbe…», debemos acoger forzosamente.
La película «Ha vuelto» crea una paradoja temporal a partir del uso de la ciencia ficción: la hibernación o el uso «casi» de una máquina del tiempo. A partir de ello, Hitler despierta en Berlín en el año 2014 con la noción de estar en 1945. Al principio, el führer cree que, en realidad, todo el mundo en el que se encuentra es una trampa de la inteligencia enemiga para confundirlo; sin embargo, no tarda en darse cuenta de la verdad de su ambiente. A partir de ese momento, Hitler desea sacar provecho de los recursos del siglo XXI para realizar lo que no hizo en el siglo XX. Para eso, recurre a la interacción con los alemanes de distintas zonas y conocer su opinión sobre la Alemania actual, pero, ¿la gente entonces lo toma enserio?
Al principio, los alemanes lo tratan como un imitador -algo no tan descabellado por la diferencia de casi 70 años-, aunque Hitler siempre fuera tal. Entonces el personaje se vuelve, dentro del ambiente cinematográfico, comediante para algunos y rechazo para otros. Trump es exactamente la misma figura. Sus ideas descabelladas lo han trasladado al plano de la sátira en el internet: el «arma» que Hitler descubre en la película. ¿Qué hubiera hecho el führer si hubiese descubierto un meme de él en 1940? Donald Trump es, a su vez, odiado por gran parte del mundo, debido a sus declaraciones xenofóbicas, machistas, radicales. No por nada se le ha comparado con Hitler en variadas ocasiones por su visión nazista.
Adolf Hitler comienza a ser un «showman» que aprovecha el internet y su encuentro con Fabian Sawatski, un aspirante a director de cine que trabaja en la cadena de televisión «MyTv», para darse a conocer nuevamente en un mundo que lo cree muerto. A partir de ese momento, Hitler se vuelve la solución al despido de Sawatski. El führer, literalmente, sirve como entretenimiento de la gente, pues sus ideas y el desconcierto de los recursos del siglo XXI para él lo vuelven un bufón. Donald Trump, por su parte, no se queda atrás. También él ha sido un «showman» que ha aprovechado desde las oportunidades para salir en televisión, hasta sus declaraciones para instaurar un vínculo con un pueblo norteamericano globalizador y nacionalista.
Mientras Hitler se relaciona más con el pueblo alemán, crea una conexión con aquella figura totalitaria completamente atemporal: la gente critica la política de su país, mientras Hitler defiende sus ideales del siglo XX. Eso crea la figura de «comediante popular» que le da tanto reconocimiento a través del internet. Después de todo, ¿de qué forma criticar al sistema si todo lo que lo hace es censurado? Por medio de la inserción del pasado en el presente. Lo hecho por Hitler, actualmente es, en ocasiones, causa de burla. Existen videos de sátiras, memes sobre los campos de concentración o sobre los judíos. Sacar provecho de la desgracia siempre ha sido parte del entretenimiento para el público al que no afecta.
Trump utiliza el mismo discurso que ocupa Hitler en la película para simpatizar aún más: el rechazo a los inmigrantes, la protección del territorio o el nacionalismo como estandarte ante las adversidades. La gente comienza a creer un poco más en lo que habla con él, así que la risa comienza a transformarse en fe. Creencia en una figura de poder que cumpla con lo que el pueblo demanda. De tal modo que, en el filme, se crean grupos neonazis y otros tantos defensores de los ideales de Hitler y lo relacionado con él.
Luego de que Fabian Sawatzki se entera de que realmente el hombre que salvó su trabajo es Hitler, intenta detenerlo, pues se da cuenta de la influencia que tiene por medio del internet y las redes sociales. Aquello siempre ha representado una amenaza o una distracción. La fama es fácil de conseguir si tienes un momento de «lucidez» -y vaya que no se necesita mucho para poder lograrlo- que conquiste al público. Pero volvamos a la película. Sawatzki intenta detenerlo, pero como Hitler representa los valores de muchos alemanes, nadie le cree. Por lo anterior, lo declaran enfermo mental y lo llevan a un manicomio. Después de todo, ¿por qué habría un Hitler en el 2014…o en el 2017?
Vale la pena destacar la breve respuesta que Hitler da a Sawatzki casi al finalizar la película. Luego de que Fabian lo declarara un monstruo, el führer contesta:
¿Lo soy? Entonces debe condenar a quienes eligen a ese monstruo. ¿Todos eran monstruos? No, todos eran gente normal que eligieron a un hombre extraordinario y le encomendaron la suerte de este país. ¿Qué quiere hacer, Sawatzki? ¿Nunca se preguntó por qué me sigue la gente? Porque por dentro, son como yo. Tienen los mismos valores. Soy parte de usted. Soy parte de todos. Y mire, no todo fue malo.
Afortunadamente, «Ha vuelto» es una ficción, pero la presidencia de Trump no lo es. Entre los discursos políticos y la idealización del pueblo, existe una línea casi imperceptible. Las declaraciones siempre han sido el respaldo y la justificación a las peores atrocidades y errores humanos. Es importante analizarlas minuciosamente, además de recordar que la palabra es un artificio que difiere de los actos en muchas ocasiones. Trump será el presidente de los Estados Unidos de América durante los próximos cuatro años -ojalá así sea-, por lo que es necesario preguntarnos: ¿Ha vuelto? ¿Ha vuelto, de alguna forma, el radicalismo político que aparentemente se había quedado en algunos periodos del siglo XX?