Por Cecilia Saucedo
Fotos de Santiago Arau Pontones
…And after all we’re only ordinary man
…who is who?
‘Haven´t you heard it’s a battle of words?’
Es impresionante la capacidad que tiene la música de transmitirnos algo con tanta fuerza. Una historia, una idea, una sensación. La semana pasada, nuestra hermosamente surreal pero decadente y enferma Ciudad de México, fue invadida por un personaje legendario a nivel musical: un Roger Waters tocado por los años y la experiencia, sudando un anhelo de hiperactividad protestante corriendo por sus arrugas como canales de agua turbia. El enmascarado desenmascarando los mecanismos de defensa de un público que ha vivido bajo el asqueroso manto de inseguridad y pobreza social, estimulando esa parte aún latente y capaz de desbordarse de manera sublime y entregada, que nació, seguramente, como una especie de desahogo ante todos los problemas y malestares que estamos atravesando como país. Al menos en mí logró despertar una mezcla de emociones descomunales que se asomaban progresivamente a la par del desarrollo del show.
Me dedicaré a escribir sobre el concierto que ofreció en el Zócalo de la ciudad, el día 1 de octubre, aunque, a decir verdad, esta presentación fue exactamente la misma que brindó en las dos fechas que se vivieron en el Foro Sol, sin variación alguna.
LA METÁFORA DEL REPERTORIO
Waters llegó junto a Roger para caer como brizna suave y acariciar nuestros encandilados rostros mientras la excelente alineación musical embelesaba con su talento. Sobra alabar todavía más el nivel de ejecución, la sinceridad de su entrega, los solos, que causaron una polémica tal que entre silencios, gritos y orgasmos de oído se traicionaba la idea que muchos teníamos acerca de la falta que hacía Gilmour en el escenario. La parte esencial (la instrumental, claramente) no decepcionó a nadie, a excepción de la gran pieza «The great gig in the sky» que fue cantada por dos mujeres espejo que a pesar de sus capacidades vocales no lograron superar la versión de estudio del Dark Side of the Moon.
El espectáculo fue ameno. El cosmos como punto de origen, la Luna como el refugio primordial. Unas manos gigantes estrechándose simbolizando un lazo, un vínculo necesario de las masas. Ver en pantalla la incomparable obra artística, ácida y psicodélica del caricaturista político Gerald Scarfe (quien hizo el arte de la película The Wall) cuando comenzaba el tema «Welcome to the machine», deleitando con ese encanto tergiversado de la realidad. Uno se sentía diluido en los colores, en trazos violentos que escupía la pantalla sin la necesidad de recurrir a drogas. Chimeneas asomándose, exhalando humo con el aturdido y penetrante sonido de las sirenas de fábrica. No podía faltar el satírico y característico cerdo de los aires, que tuvo una decaída post revolucionaria y decidió desinflarse en pleno vuelo. Sigo preguntándome si fue realmente un accidente o fue provocado por alguna autoridad que no deseaba que las frases tatuadas que portaba el cerdito fueran aclamadas por las miles de córneas presentes.
Pasando al análisis, interpreto que el setlist fue incluso un sermón para México, para los jóvenes, más que nada. Un old man procurando a las siguientes generaciones, derrochando su fe sobre nuestras mojadas y sumisas cabezas. Aquí unas cuántas canciones que hicieron ruido al relacionarlas con nuestra situación socio-política:
Breathe: …And all you touch and all you see, is all your life will ever be.
¿Qué es lo que nos define como mexicanos, ad hoc a esa nefasta necedad de clasificarnos por el pedazo de tierra en el que habitamos? ¿En verdad estamos donde queremos como sociedad? ¿Qué es lo que proyectamos como país? Sin duda somos un cúmulo de mentes distraídas y poco altruistas que en su mayoría, han elegido vivir una racha conformista a pesar del dolor físico y mental que eso llega a ocasionar. ¿Qué será aquello que determinará nuestra vida?
One of these days: I’m going to cut you into little pieces.
En esta pieza se plasmaba en la pantalla a una mujer huyendo, corriendo por un pasillo húmedo y oscuro, una especie de representación de la adrenalina que vivimos cada que buscamos escapar del miedo que nos acecha y de la violencia a la que nos exponemos cuando salimos de casa. Lo primero que pasó por mi mente al escuchar esta canción, fue pensar en aquellas mujeres que han desaparecido en el Estado, en lo que experimentaron los 43 desaparecidos, en cada periodista que muere por el anhelo de buscar hacer bien su trabajo, en cualquier persona que vemos a diario en la rutina del transporte, de la escuela, del trabajo, que no conocemos pero que es posible ver en la próxima portada de periódicos morbosos y amarillistas fotografiados en situaciones deplorables, si es que no nos toca a nosotros, cortados en pequeños trozos de insensibilidad y sadismo puros… El miedo duele.
Time: Waiting for someone or something to show you the way. And then one day you find ten years have got behind you, no one told you when to run, you missed the starting gun. Every year is getting shorter, never seen to find the time, plans that either come to naught or half a page of scribbled lines.
Considero esta una pieza de gran relevancia a nivel personal. El mensaje contenido es una clara advertencia a las mentes jóvenes que tardan en pulir su brillantez por la procrastinación, la depresión, la holgazanería, la indiferencia a la vida y su constante que por pasar un día más se cree que al siguiente se podrá hacer lo que no se hizo en el anterior, cayendo en el autoengaño, ignorando que el tiempo es caníbal y éste se devora a sí mismo ante nosotros y con ello nos roba un instante más de aliento, sin siquiera percibirlo. Hay tantos mexicanos viviendo este declive existencial sin ser capaces de intentar algo para mejorar su estancia, optando por un trato negligente a su persona, dejando pasar el tiempo, las oportunidades. Culpando a otros por su mediocridad, siendo irresponsables, no tomando un camino viable para el progreso. Esperan en silenciosa desesperación a que algo en sus vidas de un giro drástico o que alguien decida por ellos, sin mover un maldito dedo. Esta canción incita a recapacitar sobre qué carajo estás haciendo de tu vida.
Money: Is the root of all evil today, but if you ask for a raise it’s no surprise that they’re giving none away.
Está claro que conforme disminuyen los salarios y aumentan el desempleo, el número de robos, asaltos, secuestros, asesinatos, narcotráfico y demás atrocidades abismales atacan la tranquilidad, y es que el dinero, ese pedazo sobrevalorado de papel nos ha convertido en bombas de tiempo, en bestias potenciales que atacarán a la primer oportunidad en que la tentación, la hostilidad y desespero invadan el sentido común y salga a las calles a formar parte del problema que afecta a todos sin excepción. El crimen y la inseguridad en México pisotean las esperanzas de reconciliarnos con un poco de serenidad.
Fearless: Fearlessly the idiot faced the crowd smiling. Walk on, walk on with hope in your heart.
En ésta parte del concierto, el ánimo del público cambió. Eramos un mar formando olas impetuosas con un halo de gracia y conmoción. Esta canción carga un enorme sentido de recreación. De forjar objetivos personales y visualizarnos capaces de realizarlos pese a los obstáculos. Muchas veces necesitamos recordarnos que la única limitante para llegar a la cima es nuestra propia mente. Optimismo floydiano.
Welcome to the machine: And you didn’t like school. And you know you’re nobody’s fool. It’s all right we told you what to dream.
Los medios de comunicación y las sociedades industrializadas han sido influencia, queramos aceptarlo o no, para nuestra educación. Considerarlo fue una opción de criterio propio, pero es claro que vivimos en una máquina de manipulación que nos hace creer que tenemos el poder de elegir cómo queremos vivir. No es más que una farsa. El núcleo de nuestro sistema está dedicado a minimizar cualquier tipo de aspiración que difiera de sus bases prejuiciosas y de intereses comerciales.
Dogs: A certain look in the eye and an easy smile. You have to be trusted by the people that you lie to, so that when they turn their backs on you, you’ll get the chance to put the knife in.
Vivimos en un claro desencuentro con nuestro entorno y con el resto de los seres humanos en general. Buscamos sentirnos seguros, pero no sabemos en qué momento bajar la guardia. «O chingas o te chingan», es una frase muy típica en México. La falta de conciencia ante lo que nos rodea por actuar como perros viles buscando el hueso mayor: poder. ¿Y cuándo no hemos sido gobernados por perros rabiosos que atacan animales inocentes (en este caso el pueblo) tan sólo para aumentar sus intereses, para elevar sus ganancias, inflar sus egos y creer en la ilusión de la superioridad y la grandeza?
No pude evitar estremecerme con cada instante de esta obra. Da justo al clavo con una crítica tan cruda y certera sobre el mundo capitalista provocando reflexión y deleite al dejarse gobernar por el grito imponente de los solos. Un juego sádico de ironías y confusión sentimental.
Pigs (Three Different Ones): Big man, pig man, ha, ha! Charade you are. You’re nearly a laugh but you’re really a cry.
En esta parte del show, las pantallas gigantes burlaron la figura del ejemplo actual de cerdo más despreciable a nivel mundial: Donald Trump. Fue ridiculizado en forma, literalmente deslumbrante. Podía apreciarse la cara de fastidio y coraje que cargaba Waters mientras cantaba. Un empresario que juega a ser político e incita a la misoginia, al racismo, a la xenofobia. Un cerdo capitalista que representa un verdadero peligro para el mundo. Un mundo al que le han arrebatado el sentido común, que perdió sus valores, ¡que perdió la cabeza! Este momento fue un gran momento para satirizar y reír ante la desgracia y la incoherencia, para bailar y gozar con realidades tortuosas.
Mother: Mama’s gonna make all of her fears into you, mama’s gonna keep you right her under her wing, she won’t let you fly but she might let you sing. Mama’s gonna check out all your girlfriends for you. Of course mama’s gonna help build the wall…
Es gracioso, pero también decidí poner esta canción como análisis de reflexión para el lector. Es devastador saber que México es un país machista desde hace muchísimo tiempo, sino es que desde siempre. Sin embargo, se tiene muy impregnada la figura materna, a niveles preocupantes. Lo peor es que nuestras propias madres nos educaron con el modelo machista convencional, convirtiéndose en la mayor efigie autoritaria que persuade y señala lo que está bien o está mal bajo un cúmulo de juicios negativos sobre la mujer bastante precipitados. El resultado: una horda de hij@s malcriad@s, dependientes, caprichos@s y muchos etcéteras más que ustedes y yo sabemos, abundan en el país. Claro, como en todo, no es correcto generalizar. De hecho, muchas canciones son autobiográficas pero vaya que representan un patrón de la sociedad de la época de Waters y claramente de muchas otras generaciones.
Antes de cerrar con Comfortably Numb, Waters repitió la coyuntura, como hizo en los conciertos anteriores, de transmitir un mensaje más directo con respecto al caos político que asesina al país. Lo que dijo, lo haya dicho una o dos veces antes, no dejó de conmover al público. Una carta escrita y leída en nuestro idioma donde comparte el sentimiento de disgusto, vergüenza y enojo, reprobando nuestro gobierno, indicando su empatía por el pueblo mexicano.
Lo que a mí más me hizo ruido fue cuando dijo: «la gente está lista para un nuevo comienzo» y todos gritaron hasta la perdición. Me pregunto: ¿de verdad lo estamos? ¿o ese grito fue parte del show, algo como una especie de falsa promesa que se hace sólo al momento, por impulso?
Todas estas canciones, con letras ácidas, inteligentes y de crítica directa, fueron escritas muchos años atrás, en la época de los 70’s, cuando Reino Unido y una extensa parte del mundo era golpeado por polémicos momentos de censura, injusticias, posguerras, etc. Es una desgracia que hayan pasado tantos años y el concepto de los discos de Pink Floyd siga siendo tan actual. Podemos observar que muchas cosas no han cambiado y que si lo han hecho, fue para diversificar los problemas o empeorarlos con notoriedad.
Y bueno, por si no lo sabían, este evento fue posible no gracias a Miguel Man-cerda, sino a la compañía telefónica AT&T de acuerdo a lo que se estuvo difundiendo por las redes sociales y que no quedó suficientemente claro, ya que la marca en ningún momento del evento ejerció método publicitario alguno, ni especificó haber sido la marca de patrocinio, poniendo a Waters en el lugar de alma caritativa y desinteresada a la que sólo le importaba difundir el ya tan conocido mensaje contra el Presidente. No dudo que las cosas que leyó y que mostró en el escenario hayan sido con verdadera furia, apoyo y corazón, pero no hay que ser ingenuos y creer que el tipo es un héroe simplemente porque tocó algunos rubros políticos. Esa ingenuidad es la que nos tiene empinados, señoras y señores.
La verdadera publicidad estuvo en las redes sociales, en el twitter de AT&T regalando boletos para los conciertos que se realizaron en el Foro Sol. Esto de los eventos masivos es una estrategia de marketing de las más efectivas. Gracias a este show, tomarán ventaja a partir de las famosas redes sociales, excelentes plataformas comerciales, con la generación de contenido político que hubo detrás de todo esto y ¡ta-dhan!: nuestro descontento se vuelve entonces en una tendencia para que la marca saque provecho al consumidor. ¿Entonces las letras de Roger Waters son vacías? ¿fue sólo una actuación? Fue patrocinado por empresas privadas, por pigs & dogs. ¿Dónde queda la congruencia de su lucha contra las masas capitalistas, con su emotivo discurso?
Sin defender a nadie, este mundo es incongruente, contradictorio, caótico. A veces formar parte de lo que odias es un medio para poder salir a la luz y gritar lo que piensas. Es aterrador, decepciona. Pero detengánse a pensar ¿quién carajo es completamente congruente con su discurso e ideal al pie de la letra?
El concierto que causó polémica no va a generar un cambio ni trascendencia real. Literalmente, fue un show para despejar el estrés mexicano, para soltarse, para dejarse llevar por el dark side y gozarlo. Ese es el fin de la música, liberarte por un momento de los problemas. Aunque sus letras, en mi caso, me cayeran horas después como un cubetazo helado de interpretación relacional con la situación del país, no cabe duda que en ese momento fue un escape de la realidad.
A menudo ignoramos las condiciones de nuestros sentimientos. Quizá porque no sabemos cómo escucharlos ni atenderlos. Creemos que lo único que importa en este mundo es procurar que nuestro reflejo no se extinga sin saber siquiera qué vemos, sin saber quiénes somos ni a dónde nos dirigimos. Pero no deberíamos ignorar los tiempos complejos que estamos viviendo todos como país. Una sociedad que desde siempre se ha ido debilitando hasta atrofiar todo sentido de pertenencia, esto lo digo sin la intención de leerme nacionalista. No soy patriota en lo absoluto, pero no encuentro otro modo para abrir pauta en el tema de ver por nuestra estabilidad y la de quienes nos rodean. Nos fascina señalar la debilidad de los demás como significado de un carácter frágil, que quiebra fácil, pero hemos cruzado la línea de la tristeza y el dolor social. Hemos rebasado los límites, si es que había alguno.
Este concierto ha tenido un valor excepcional a nivel de reflexión y simbolismo. El amor va más allá del bien y el mal y no dudo ni un poco que Roger ame lo que hace y sin embargo sea presa de sus propias letras, cayendo en un enorme estado de ironías e incongruencias acumuladas a lo largo de su carrera y sin embargo, le reconozco totalmente que, haya sido o no un discurso arreglado para que sonara igual en las tres fechas, lo que dijo movió al público y se pudo apreciar la carga de frustraciones y desesperación que muchos experimentan día a día. Como lo dije al inicio: el enmascarado nos ha desenmascarado. Nuestro modo de vivir no es digno; se nos agota la energía que busca mejorar la calidad de nuestra existencia y aumenta la indiferencia ante intereses ajenos. La burocracia es un mito que tiene el rostro rayoneado con plumón indeleble, no sabemos qué cara tiene. Ignoro si en algún punto de la historia del espectáculo se había presentado antes un evento de esta calaña. Un escenario montado en el Zócalo proyectando leyendas muy directas como «RENUNCIA YA» justo a unos metros de Palacio Nacional, ni ridiculizando sin temor alguno a aquellos que buscan aplastarnos con su gordo y pedante pulgar como si fuésemos hormigas.
Me atrevo a decir que Roger Waters venía decidido a movernos aunque fuera un poco de la zona de confort en la que vivimos. De señalarnos que más de 170 mil mexicanos estamos hasta la madre de todo. Técnicamente, vino para buscarnos, como los pésimos mexicanos perdidos en el laberinto de la soledad en el que falsamente nos reconforta estar y despertarnos para alimentarnos de esperanza y nutrir nuestro sentido de pertenencia. Recibimos una especie de sabio y exquisito regaño, perfectamente estructurado para deleitarnos hasta estallar en llanto, gritar, patalear, rompernos. Derribar por un instante ese muro emocional que construimos arrebatándonos a nosotros mismos la capacidad de ver nuevos horizontes.
El día sábado 1 de octubre miles de dogs, pigs and sheeps se reunieron en el mismo corral. Un show no limpio de capitalismo, pero que tenía toda la intención de hacernos reaccionar. ¿Qué animal quieres dejar de ser? ¿Lograremos humanizarnos, tocarnos el corazón, comprender a otros, buscar crecer como personas, recuperar valores? Un concierto no te cambia, pero carajo, nadie tiene que hacerte ver lo jodido que estás, ¿por qué no dejas de quejarte, de ver sólo lo malo y haces algo ya?
Acerca de la autora: Cecilia Saucedo. Estudiante de Ingeniería en comunicaciones y eléctronica en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del IPN. Productora musical, artesana, artista plástica e ilustradora. Ha presentado exposiciones individuales y colectivas en varios espacios culturales de la Ciudad de México.