CY:Francisco Tario es frecuentemente clasificado como un escritor raro; incluso por ti. ¿Guarda él alguna relación con otros escritores “raros” como Efrén Hernandéz o Felisberto Hernández, por ejemplo?
AT: Se les llama “raros” por aquel libro de Rubén Darío publicado a finales del siglo XIX o comienzos del XX. También suele llamárseles, por Cortázar,“cronopios”. O inclasificables; o secretos. Lo curioso de los autores raros es que no se parecen entre sí. Tienen un estilo por lo general único, y difícilmente hay rasgos en común entre ellos. Una guía de referencia de escritores raros en México es mi antología El hilo del Minotauro, que abre precisamente con Efrén Hernández y Francisco Tario. En su momento, lo atractivo de Tario fue que no se parecía a nadie. Tiempo después conocí la obra de Felisberto Hernández, y encontré que entre Tario y el uruguayo había algunas coincidencias. Por ejemplo, en La noche del perro o La noche de la gallina, que se pueden relacionar con aquel cuento de Felisberto narrado por un caballo. En ambos autores los objetos cobran vida, son personajes de importancia equiparable a la de personajes humanos. Recuerdo haber regalado La noche a Enrique Fierro e Ida Vitale, escritores uruguayos que vivieron una temporada en México, y coincidieron en esa hermandad extraña entre Tario y Felisberto.
CY: Se dice que existe un personaje anterior a Tario que es totalmente distinto a él, aunque sea él mismo ¿Podríamos
decir que Francisco Peláez y Francisco Tario son mundos totalmente aparte?
AT:Sí, uno es el personaje Tario, de vida novelesca; y otra el escritor. He investigado sobre su niñez y adolescencia, su aventura en los campos de futbol, su encuentro con Carmen Farrell y no he hallado documentos que indiquen si existió un evento decisivo, traumático o algo por el estilo, que hiciese cambiar su temperamento. Todo indica que su vida fue de hecho muy tranquila, tuvo una educación religiosa en Llanes, le gustaba el deporte, tocaba el piano. No he encontrado la clave secreta que haya convertido al tranquilo Peláez en el irreverente Tario. El mundo oscuro del escritor parece hasta cierto punto ajeno al orbe amoroso del hombre que fue Francisco Peláez.
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