El arte refleja nuestra realidad, por más cruda que ésta sea. Pinturas tan bonitas como La libertad guiando al pueblo de Delacroix, o tan escalofriantes como La pesadilla de Füssli no son más que la expresión sublime del sentir de una sociedad en un periodo histórico. La obra Titus, dirigida y adaptada por Angélica Rogel a partir de la tragedia de William Shakespeare (1593), no es la excepción.