Ilustración de Carlos Gaytán
Imaginen comenzar a leer un libro y sentirse cómodx en sus letras. Que el ir y venir de los párrafos funcione igual que las mareas y su poder relajante. Encontrar, de algún modo, un hogar en un texto. Ahora, imaginen que ese hogar se ve asediado por un peluche vivo, por un nahual, por un asesinato, por un ente indefinido, por un cuerpo sin extremidades y por un insecto extrañamente familiar. Ese hogar empastado se convierte a cada línea en un lugar tormentoso que causa más repulsión que cercanía. Eso es Pasos en la casa vacía (2019), de Eduardo Cerdán.