Ilustración de Carlos Gaytán
Los poetas, narradores y ensayistas ajustan sus hilos y enlazan sus nudos para comunicarnos que puede haber espacio para dudas, pero no para huecos. Las buenas tramas nos ganan por verosímiles, por directas y por exactas. El relojero capaz de construir semejante mecanismo es, sin duda, un artista del delito. El testigo que sabía quién era el asesino desde el principio de la historia. La mano invisible que controló cada paso del personaje hasta hacerlo tropezar consigo mismo. O, por qué no, un engreído escritor que pretende que su obra será entendida por los lectores.