«Fronteras del yo y del otro»
El concepto de otro es inherente al ser humano. Todas las lenguas, incluso aquellas con apenas dos pronombres, distinguen entre uno mismo y los demás. Pronto esta otredad se convierte en algo más; aquello que no es propio es potencialmente extraño, peligroso, inferior incluso. Prueba de ello es la palabra bárbaro, herencia de los griegos, quienes designaron así a las tribus del norte que no hablaban su idioma y, por ende, parecía que sólo farfullaran bar-bar.
Pero la otredad no viene sólo limitada por las fronteras; quien se sale del normativo universal es susceptible de convertirse en otro, con todo lo que esto conlleva. Así, desde la perspectiva masculina, elevada a la categoría de universal, la mujer se convierte, como dijo Simone de Beauvoir, en el otro (o la otra) en oposición al hombre. Asimismo, las sexualidades disidentes han recibido el mismo tratamiento. La línea entre normal (del latín normalis, habitual) y norma (del latín norma, precepto que se debe seguir) es muy fina, y aquellos que han osado desviarse de lo considerado corriente han corrido con suertes muy distintas.
Ahora bien, ¿qué ocurriría si intercambiáramos los conceptos? ¿Acaso los otros no nos ven a nosotros también como distintos? Así, Primera Página presenta este dosier desde donde se invita a reflexionar sobre quién es realmente el otro.
[Paul Delvaux – Landscape with Lanterns]