Se rumora que la Ciudad de México es la urbe con mayor cantidad de museos en el mundo. Cierto o no, en cualquier momento hay una lista enorme de exposiciones por visitar. Con tantas opciones, resulta importante saber cuáles destacan entre las demás. “Sólo lo maravilloso es bello. Surrealismo en Diálogo”, alojada en el Museo de Bellas Artes, es una de ellas. El Museo Boijmans Van Beuningen en Rotterdam, Holanda, aprovechó la remodelación de sus instalaciones para crear una muestra itinerante de su colección permanente, compuesta por obras surrealistas. De las 289 obras expuestas, 180 pertenecen a la colección permanente del museo holandés, mientras que las demás pertenecen a diferentes museos y colecciones privadas de nuestro país. Con su cierre el próximo 2 de octubre, tuve la oportunidad de entrevistar a Beatriz Perea Cancino, coordinadora de difusión del Museo de Bellas Artes, para platicar por qué esta exposición es única en su especie.
A pesar de que esta muestra se ha presentado en Corea, Holanda y Nueva Zelanda, existe una particular relación con México que hace de su estancia aquí memorable. En la década de los cuarenta, el artista Edward James decidió construir un auténtico Edén, donde pudiera vertir todo su pensamiento esotérico a una construcción arquitectónica. Llegó a la conclusión de que México era el sitio más adecuado para algo tan arriesgado, en lugar de su natal California, por lo cual migró para comenzar con su trabajo. Para financiar su proyecto, vendió su colección privada de pinturas surrealistas al Museo Boijmans Van Beuningen. Con estos fondos, construyó lo que ahora conocemos como el Jardín Escultórico de Xilitla, San Luis Potosí.
Esta colección nunca había pisado tierras mexicanas, a pesar de que su antiguo dueño pasó el resto de su vida alojado en lo que ahora es una de las construcciones arquitectónicas surrealistas más importantes para la rama, resguardada en el centro de nuestro país. El alojamiento de estas obras en el Museo de Bellas Artes cumple con un cierre cíclico: así como James pudo crear en nuestras tierras, ahora nosotros podemos disfrutar de su colección privada.
Al igual que James, muchos otros artistas extranjeros se alojaron en México para crear piezas que trascienden la realidad. Esto se debe a que nuestra cotidianidad dista de la realidad europea. Por ello, artistas como Leonora Carrington y Remedios Varo hacen de México su residencia después del exilio por la Segunda Guerra Mundial; es decir, en nuestro país encuentran fuente de inspiración para su obra creativa.
Como lo plantea Freud, el inconsciente, un punto de influencia importante para el surrealismo, se explica desde lo privado, oscuro e invisible. Sin embargo, en México los sueños se viven en lo público, formando parte de nuestras tradiciones y hábitos. Esto lo retratan los artistas surrealistas mexicanos, como María Izquierdo y Agustín Lazo, quienes no sólo se inspiran en su cultura, sino que la entienden y viven desde nuestro contexto.
Frecuentemente, se da crédito de las vanguardias sólo a artistas europeos, señalándolos como los creadores de toda propuesta creativa del siglo XX. Bajo esta lógica, se olvida la innovación artística que existió en el sur global. Esta exposición hace un maridaje perfecto entre exponer a aquellos nombres que admiramos, como Salvador Dalí y Rene Magritte, y darle su debido lugar a las y los artistas latinoamericanos que formaron parte de la rama, como Wilfredo Lamm y Rufino Tamayo.
No es necesario estar familiarizado con el surrealismo para disfrutar de esta exposición, ya que su curaduría acompaña con sencillez por las seis aristas que en su momento fueron detonadores para la construcción teórica y práctica de las obras. Empezando con el manifiesto del surrealismo de André Bretón, también con el Dadá y el psicoanálisis, la exposición funciona como una herramienta de educación para aquellas personas interesadas en conocer más acerca de esta vanguardia.
El surrealismo permite a sus espectadores explorar aquello que sólo brota de los sueños, desde la (in)consciencia. A través de la exploración del inconsciente y de plasmar sus contenidos sin filtros ni censuras, los artistas surrealistas nos recuerdan la importancia de ser genuinos hacia nosotros mismos, sin miedo a lo que podemos sostener. Recordamos que todos tenemos un lado surreal, algo que sale de la norma y también tiene derecho a ser retratado. Se ha dicho que debemos aprender de la historia para no repetirla; en este caso, considero que debemos recordarla para atrevernos a repetirla.
Visita la exposición “Sólo lo maravilloso es bello. Surrealismo en Diálogo”, en el Museo de Bellas Artes, hasta el 2 de octubre, de martes a domingo de 10 a 18:00 h.
Consulta la entrevista completa a Beatriz Perea Cancino aquí: