El pasado 15 de febrero, se presentó formalmente en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) El buscador impenitente, el último libro de Leonel Maciel, pintor originario de la costa grande de Guerrero. El libro destaca por la misma razón que el pintor: por la variedad y el colorido de su obra.
Teresa del Conde, legendaria crítica de arte, calificó como la generación de la ruptura a todos aquellos artistas que se desencantaron con la obra de los muralistas mexicanos que simpatizaban con la izquierda y se consolidaron como la corriente hegemónica del escenario cultural del país. Por supuesto, la generación de la ruptura evitó posicionarse en el campo del nacionalismo y renegó del componente político del arte. Tal intención llevó a pintores como Vicente Rojo, Vlady, Lilia Carrillo y, desde luego, Leonel Maciel a situarse en lo abstracto como territorio expresivo.
La obra de Maciel es abrupta, irreverente y rebelde. Su propia historia se hace presente en sus pinturas de modo que comunica, primero para sí mismo, su mestizaje. Sus piezas son variopintas y en esa diversidad compleja es donde radica el sincretismo cultural de su propia piel y de sus intereses. Destacan la profundidad de sus raíces y su no menos arraigada construcción como sujeto casi filosófico. Además, la afición del autor por la literatura, lo lleva a dedicar series completas de pinturas a fragmentos de novelas.
Su más reciente libro es una crónica igualmente literaria y visual de su recorrido por los estados y los países que ha visitado hasta ahora, así como por las ideas que fluyen por su mente. El libro promete, además de gratos deleites visuales, una introspección que reflexione anárquicamente entorno a lo suyo: su tierra, su pintura, sí mismo. El buscador impenitente —título un tanto existencialista— es la bitácora que registra una investigación propia que jamás concluirá. En el horizonte sólo sigue la búsqueda.
Leonel Maciel, que cumplirá 81 años, se mantiene activo en el escenario cultural. Su peculiar carrera demuestra que el arte se sustenta en las propias raíces y se mantiene el tiempo necesario, aunque nunca consiga encontrarse.