“El que mucho abarca poco aprieta”, dice un refrán mexicano muy popular y parece ser que HBO lo tiene muy claro. Desde que sólo era un canal de televisión por cable, la major se ha caracterizado por tener pocas producciones en su repertorio pero todas con una calidad sobresaliente. Cuando entró a la era del streaming no cambió su modo de jugar y se ha posicionado como una plataforma con un catálogo lleno de reconocimientos; su especialidad: las series y miniseries. En su lista podemos encontrar Los Sopranos, Game of Thrones, Big Little Lies, Sharp Objects, Mare of Easttown y Euphoria que está a punto de terminar su segunda y última temporada.
La serie creada por Sam Levinson ha dado de qué hablar desde su primer capítulo en 2019 por la crudeza con que retrata la vida de sus personajes y por sus imágenes explícitas. Pero hay mucho que rescatar de esta producción para hablar del cómo y por qué ha causado tanta “euforia” en su público.
No hay lugar a duda de que la manufactura presume de una excelencia en su realización. Todo está pensado, hasta el más mínimo detalle, para ser el fenómeno en el que se ha convertido. Empezando por la ruptura a la convención de las llamadas series juveniles, que si bien toma clichés de este subgénero, no es su pieza clave. Incluso pareciera que recurre a esos mismos clichés para luego ignorarlos. El deportista popular es más que eso, y hasta poco importa que juegue americano; su novia es una mujer que sabe quién es para aprovecharse de ello sin ser, nunca, complaciente; la protagonista es una joven drogadicta que batalla con la adolescencia después de una sobredosis. Sí, las carencias de todos los preparatorianos son visibles, pero lo interesante es que ellos mismos saben de qué adolecen y su búsqueda por una respuesta a ese espacio en blanco es lo que sostiene esta serie.
Sería incongruente que en una serie juvenil de la segunda década del siglo XXI no abordara temas como las drogas, las disidencias sexo-genérico-afectivas, las relaciones no monógamas y otros temas actuales que conciernen a los jóvenes de hoy: millennials y gen Z. Pero traicionaría el espíritu de la serie si su abordaje fuera en tonos de lección, como sucede en Sex Education. Por esto, en Euforia no se nos dará una cátedra sobre la los cuerpos diversos; es mejor ver cómo una chica gorda busca autoaprobación en sexcams para disfrazarse de un empoderamiento falso brindado por un disfraz basado en arneses de cuero y maquillaje oscuro. Tampoco importa ver la transición de una mujer trans, porque más allá de su identidad hay otros temas que atraviesan su experiencia.
Los personajes viven su propia euforia cuando creen saber cómo completar ese vacío característico de la adolescencia. Sea con las drogas, en las apps de citas para tener sexo con desconocidos, o en relaciones amorosas tóxicas con mucho efecto placebo.
Euphoria también se ha caracterizado por su puesta en escena, en cámara y estilo visual que se aleja de la tradición estética de una serie de televisión. Iluminación artificial, cámara lenta, movimientos de cámara, montaje paralelo, música, colores, cortes. Ésta es parte de la fórmula. La forma de realización no corresponde a las convenciones del formato televisivo, sino al contexto de las generaciones que retrata y a las que se dirige. No es gratuito que en ocasiones las secuencias se sientan como pequeños videos musicales. Tampoco son pretenciosos sus tantos movimientos de cámara o sus escenas llenas de cortes cuando se está hablando de una generación que está creciendo con tiktok. La fotografía, la dirección, el diseño de producción y la musicalización están pensados para estimular en el público una “euforia” similar a la que viven los personajes que vemos en pantalla.
Y no podemos hablar de Euphoria sin mencionar el vestuario y maquillaje. Heidi Bivens y Donie Davy han hecho de la serie un fenómeno mundial que impone tendencia en la moda y el maquillaje. La euforia de Euphoria se vive en el mundo real, donde el público desea verse como uno de los personajes creando millones de búsquedas en internet conviertiendo a la serie como la más influyente para maquillaje, moda y disfraces. Y el cast no se escapa de este boom, pues muchxs se han convertido en rostros y embajadorxs de casas de moda muy importantes como Valentino, Prada, Ralph Lauren.
Euphoria es la serie de la que todxs estamos hablando. Si hay dudas, basta con revisar las tendencias en las redes sociales inundadas de hashtags alusivas a ella. Resultará interesante cómo HBO responde a este fenómeno mediático que se temía no sucediera después del éxito que fue Game of Thrones.