¿Cuántas veces hemos querido escapar de la rutina para pensar, compartir tiempo con nuestros seres queridos e intentar comprender el sentido que tiene para nosotros esta misteriosa aventura en la Tierra a la que llamamos vida? El escritor León Tolstói sufrió una crisis existencial a los cincuenta años que le llevó al borde del suicidio, debido al vacío vital y espiritual que sentía por no vivir su vida acorde con su forma de entender el mundo. El autor ruso aprovecha este dramático momento para escribir una de sus obras más impactantes: Confesión (1882).
León Tolstói nació en 1828 en la residencia de Yásnaia Poliana, a 12 km de la ciudad de Tula (Rusia), y murió en 1910. Provenía de una familia de la alta nobleza rusa, hecho que influyó directamente en su literatura y en su formación literaria. No obstante, con tan sólo dos años perdió a su madre y, poco tiempo después, a su padre. A raíz de este dramático suceso pasó a vivir con dos tías suyas hasta cumplir la mayoría de edad.
Más adelante, en 1843 entró en la Universidad de Kazán, donde se matriculó en la Facultad de Letras, aunque después abandonó esta carrera para cursar derecho. Sin embargo, sus resultados académicos fueron deplorables debido a la despreocupación que mostraba hacia sus obligaciones como estudiante. Según explica el propio autor en Adolescencia, de joven se entregaba sin pensarlo a la bebida, a las cartas y a tener relaciones afectivas con mujeres. No dejó atrás esta vida hasta mucho después de salir de la universidad, cuando se refugió en el campo para aprender de los campesinos. Tolstói era mucho más feliz rodeado de gente humilde que entre personas de su condición social.
También participó en la Guerra de Crimea en 1853 y viajó por varios países europeos, de los cuales exportó revolucionarias ideas pedagógicas que le llevaron a abrir un colegio para familias humildes. Estos años también los dedicó a escribir hasta convertirse rápidamente en un autor consagrado en la literatura rusa. Entre sus mejores obras destacan Anna Karenina (1878), Guerra y Paz (1867) y Los cosacos (1863).
En el libro Confesión vemos el rostro más humano de León Tolstói. En él detalla las dudas, incertidumbres, miedos y esperanzas que hay dentro de su alma, al mismo tiempo que expone los motivos por los cuales cayó en una crisis de fe que estuvo cerca de acabar con su vida. La obra empieza hablando de sus orígenes, es decir, de su familia, estudios y, sobre todo, de la fe. Tolstói asegura que fue educado en “la fe cristiana ortodoxa”, pero igualmente él creía por tradición familiar, no porque ésa fuera su verdadera creencia. Parte de la depresión que sufrió a los cincuenta años tuvo que ver con la necesidad de encontrar a ese Dios que, desde hacía años, había dejado de ver y escuchar.
El autor explica que su vida podría calificarse de muy exitosa, teniendo en cuenta la fama, el prestigio y el dinero ganados como escritor. De hecho, a finales del siglo XIX era uno de los literatos más influyentes de Europa y prácticamente de todo el mundo. Además, ya había escrito sus mejores novelas (Anna Karenina de 1878 y Guerra y Paz de 1867), se había casado con una mujer de la cual estaba profundamente enamorado, y habían formado una familia. Sin embargo, no era feliz. Fue en la cima del éxito que empezó a cuestionarse el sentido de la vida, y concluyó que la muerte lo convertiría en lo mismo que los demás seres mortales. Al principio de Confesión escribió: “La idea del suicidio se me ocurrió con tanta naturalidad como antes las ideas de mejorar mi vida”. Y se preguntó:
¿Cómo puede una persona vivir y no darse cuenta? ¡Eso es lo sorprendente! Sólo se puede vivir mientras dura la embriaguez de la vida, pero cuando uno se quita la borrachera es imposible no ver que todo es un engaño, ¡un engaño estúpido!
León Tolstói, Confesión, Angle Editorial (traducción del catalán), 2013
Tolstói recurre a varias ramas del conocimiento para buscar el sentido de la vida y una razón para seguir viviendo. Primero investiga todo lo que la ciencia ha descubierto sobre el origen de la vida en la Tierra, y por qué existe la humanidad cuando perfectamente podría no existir nada. Lo hace, sobre todo, a través de las ciencias experimentales, pero muy pronto se da cuenta que la ciencia no puede responder a la pregunta clave que él se está formulando: ¿yo por qué existo?
Durante este afán de encontrar respuestas a preguntas incómodas de responder, el autor lee a Buda, Salomón y Schopenhauer, pero tampoco encuentra ninguna esperanza que le ayude a abandonar sus ganas de desaparecer del mundo. También observa a la gente de su alrededor, ya que tiene curiosidad por saber cómo viven los demás y de qué manera afrontan la cuestión que le había llevado a la desesperación. Y se da cuenta que existen cuatro formas de escapar de la situación en la que todos nos encontramos.
En primer lugar la ignorancia. Consiste en no saber que la vida es dañina y absurda. En segundo lugar, el epicureísmo, que significa aprovechar todos los bienes que nos ofrece la vida, aun sabiendo que carece de sentido. Otra forma de escapar es la fuerza y la energía. Esta categoría se refiere a quitarse la vida, siendo valientes las personas que lo hacen, pues son consecuentes con lo que piensan. Y finalmente la debilidad. Se relaciona a personas que saben que la muerte es mejor que la vida, pero no tienen valor para poner fin a su existencia. Tolstói pertenecía a esta categoría.
Sin embargo, todo cambia cuando añade una quinta categoría: la de los trabajadores del campo. Una vez se acostumbra a hablar con los campesinos y obreros se da cuenta de la felicidad que desprende esa gente, a pesar de las dificultades que les aguarda la vida. En este momento, Tolstói recupera las ganas de vivir (aunque sigue pensando que la vida no tiene ningún sentido) y también la fe. Esa gente humilde ponía todo su destino en manos de Dios, esperando una recompensa por todo el sacrificio hecho en la Tierra. Ante esto, el autor decidió creer para salvarse de la vida y escribió: “La fe es la fuerza de la vida. Si un hombre vive, es porque cree en algo”.
Confesión es un libro autobiográfico en el que León Tolstói nos expone su incapacidad para encontrar un sentido digno a la vida. El escritor ruso se encuentra por primera vez ante su sombra, que le arrebató años de felicidad hasta encontrar el camino de la sencillez y la fe en la gente más humilde como modo de supervivencia humana.