Texto y fotografías por Arturo Meléndez
¿La Bestia volverá a México? Aún no lo sabemos. Festival BESTIA, aquel que en otrora presentó a Godflesh y John Zorn, no ha dado señal de vida desde hace tiempo. Sin embargo, la esperanza de una nueva edición fue devuelta por “Metal en el Lago Vol. 1”, un pequeño pero ambicioso espectáculo realizado el 20 de octubre en la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec, organizado por BESTIA y que incluyó en sus líneas a las agrupaciones de avant-garde metal Descartes a Kant (Guadalajara, México) y Cleric (Pennsylvania, Estados Unidos).
Un número en solitario de Mark Hollenberg, guitarrista de Cleric, comenzó el ritual a la una de la tarde. Cerca de cincuenta personas se acomodaron alrededor del Espacio Sonoro de Casa de Lago para contemplar los movimientos del músico. Un sin número de rasguños comenzaron a emanar de las huellas dactilares de Mark. Lamentos agudos se mezclaban con sonidos más graves, más enfurecidos. Y estos a su vez se licuaban en un carnaval de efectos, distorsiones y loops. La mitad de la mitad de Cleric escribió en veinticuatro trastes el preludio perfecto para lo que ocurriría después.
A las dos de la tarde, las actividades continuaron con un duelo de batería entre Jorge Chávez y Larry Kwartowitz. El primero, baterista de Descartes a Kant; el segundo, de Cleric. Ambos percusionistas sumergieron el Espacio Sonoro en una lluvia de ritmos vertiginosos, que poco a poco se decantaban hacia el free-jazz, y más aún con la aparición espontánea de un saxofonista en medio de ambos contendientes. Las baquetas no fueron el único instrumento de los bateristas, pues Jorge Chávez se valió también de algunos efectos sintetizados, mientras que ambos probaron un novedoso y revolucionario artilugio nunca antes empleado en la música occidental: un pollo de goma.
A las cuatro de la tarde, en el Foro Arreola, Descartes a Kant ofreció un espectáculo cargado de colores y energía que calló de golpe a quienes murmuraban que no era posible su presencia en un evento de metal. Líneas de piano jazz interrumpían las melodías creadas por cinco instrumentos, a veces de un metal feroz y a veces de un rock suave. Sandrushka Petrova, Dafne Carballo y Ana Cristina Mo no dejaron de hipnotizar a casi quinientas personas con sus movimientos intranquilos, que más bien parecían coreografías propias de muñecas de cuerda que se rebelan ante sus dueños. Un pequeño mosh-pit adornó la presentación, y una versión de “Designer Music” (Lipps Inc) le dio el toque final.
El plato fuerte del día tomó el Foro Arreola a las cinco de la tarde. Cleric subió al escenario, sin una escenografía ostentosa ni visuales psicodélicos, sólo con cuatro poderosos instrumentos que originaron una vorágine de melodías. La banda de Estados Unidos, que en 2016 abrió la presentación de Godflesh en el festival BESTIA, realizó un recorrido por diferentes niveles de metal que bien serían una representación de los círculos del Infierno de Dante. Otros géneros musicales se escondían dentro del muro sonoro de Cleric, que en ocasiones acariciaba el apacible post-rock y en otras el complejo math-rock, para caer abruptamente en el lento y perverso doom-metal.
“Metal en el Lago Vol. 1” fue un evento más bien modesto. Un pequeño punto, con poca gente, en medio del lago de Chapultepec, albergó por cuatro horas un carnaval de metales, ruido y experimentación, que convivió en armonía con la tranquilidad del lago y el verde encendido del pasto. Un breve momento de tranquilidad que anticipa lo que muchos esperan: el regreso de la BESTIA a la Ciudad.
Autor: Arturo Meléndez. En búsqueda de las seiscientas sesenta y seis canciones del soundtrack de mi vida. Ávido fanático del consumo cultural y otras vicisitudes capitalistas. Medio cinéfilo y bibliófilo y medio. También escucho harsh noise… y hasta lo que no se ha inventado. |