Categoría: Literatura

Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.

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Voiná i mir

Detalle de La batalla de Waterloo (1815), de William Sadler

Edad de los descubrimientos

Desde pequeño tuve una inclinación por la lectura, mi madre se encargó de ello. Recuerdo un día de Reyes: desperté emocionado y corrí a la sala del departamento de mis abuelos, que estaba integrado a la casa y en donde colocábamos los zapatos. Me encontré un libro debajo de mi pantufla: Las aventuras de Tom Sawyer.

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Violencia, víctimas y victimarios en “Norte negro”, de Gerardo García Muñoz

Vivir en la frontera es como vivir en tierra de infieles, en un lugar condenado. Somos la versión moderna de Sodoma y Gomorra.

Gabriel Trujillo Muñoz, Círculo de fuego

La guerra contra el narcotráfico, iniciada a finales de 2006 durante el sexenio de Felipe Calderón, produjo un recrudecimiento de la violencia en México. Cerca de dos décadas después, el crimen organizado ostenta cada vez más poder en numerosos territorios del país. Las víctimas se multiplican, sus rostros van borrándose de los volantes de personas desaparecidas, sus nombres son condenados a un olvido institucional en expedientes archivados o inexistentes. Mientras, los narcotraficantes permanecen tranquilos, aliados con políticos poderosos; el Narcoestado se consolida. Una realidad tan cruenta, marcada por la violencia cotidiana, no puede escapar de la representación —favorable o desfavorable, crítica o ingenua— en los productos culturales.

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Reescrituras y reapropiación: “Otro bosque: mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica”, de Lola Horner

A veces pienso que no he dejado de ser esa niña que lee y relee sus cuentos favoritos, los escarba y los acaricia, se los repite hasta creérselos. Los usa como ventana y como transporte y luego vuelve a leerlos con ojos nuevos. 

Lola Horner, Otro bosque: mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica

Los cuentos de hadas permanecen en los recuerdos de la infancia, en las historias que se transmiten y también en este presente que habitamos. Todxs recordamos por lo menos una historia de este género. De niña, adoraba un libro gigante que contenía una serie de cuentos clásicos ilustrados, acompañado de un CD que guiaba la lectura. Lo escuchaba y leía una y otra vez mientras observaba los dibujos. Mi favorito, recuerdo, era el de Caperucita Roja. Cuando crecemos observamos que las historias también crecen, se bifurcan y se adaptan a nuevos espacios, personajes y tramas. 

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“Mamá, el campo”: el recuerdo detrás de la puerta

Reseñar poesía se siente un poco como explicar un chiste. A diferencia de la prosa, un resumen no basta para saber a medias tintas en qué consiste el argumento. Cuando se trata de poesía, conviene sentarse a leer (en voz alta, preferentemente) para dejarse llevar por los juegos del lenguaje antes de llegar a conclusiones. Cada lector brinda sus propias interpretaciones según como le resuenen las palabras en los oídos y en la mente. En La comprensión de la obra de arte literaria, el filósofo Roman Ingarden señala, de manera general, que toda obra se completa hasta que llega a manos del receptor, por lo que, desde esta teoría, depende del lector sentir al texto como algo poético o no. 

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Escribir desde la nostalgia: “Rock del Sonar”, de Mario Anteo 

¿Por qué escribo? Ésta es una pregunta que debemos hacernos constantemente, más si nos dedicamos a ello de manera profesional. Me lo cuestiono cuando estoy frente a la página en blanco, cuando voy en el metro o camino por las calles empedradas de Coyoacán o del Centro. ¿Por qué lo hago? ¿Por vanidad? ¿Miedo? ¿Por el deseo de rehacer el pasado? Puede haber muchas motivaciones, pero considero esencial tenerlas en claro cuando trabajamos un texto, más si es de corte literario: ¿por qué escribo y, más aún, por qué escribo esto? No podemos ignorar a nuestrxs lectorxs, ni a la línea editorial de quienes nos publican, mucho menos a nostrxs mismxs, que somos la primera línea entre la imaginación y lo real. Escribir desde la nostalgia es un motivo válido pero riesgoso, porque nos puede dejar atrapadxs en el pasado y ahí no hay literatura; ella sólo está en el presente cuando abrimos el libro ante nosotrxs. 

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Terminar un libro, ¿y luego qué?

Tengo un defecto, o así lo he catalogado. Mientras estoy leyendo voy contando las páginas, no tan recientemente como creerán, pero se vuelve un fastidio cuando estoy a cien páginas de acabar. Mi lectura se convierte, entonces, en una acción maratónica: me olvido de hacer cosas, quiero terminarlo pronto. Es como si un bicho se me hubiera trepado, de esas chinches que están infestando París y  la Ciudad de México ―seguramente ya las has tenido de manera psicológica―, y tuviera que sacudírmelo de encima, golpeándome por todo el cuerpo. Ochenta, setenta, ahora cincuenta. Se vuelve una obsesión malsana. Alguna vez, cuando estaba leyendo Cien años de soledad, llegué a la centésima página antes de terminar, eran cerca de las once de la noche: invoqué al huracán, pues no pude detenerme hasta las dos de la mañana y quedé sin poder dormir el resto de la madrugada; solo agradecí que existiera algo como eso y se pudiera leer. 

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Bienvenidos a Marte – Relato de Aarón García

Me asusta el futuro, no sé si me entienden. Veamos, ¿han pensado qué ocurriría si a un astronauta se le escapara de los labios una colilla encendida y cayera en dirección a la Tierra? Nada. Sin embargo, no me negarán que un puro como los que se fuma Aaron A. G. Smith, mi vecino del piso cincuenta y uno, sería probablemente catastrófico pues hay puros que son auténticos meteoritos y no se consumen ni a la de tres o permanecen incólumes a la acción premeditada del sifón o de una regadera llena hasta los topes.