«ULTRAMUNDOS»(オーバーワールド) || Un territorio alterno entre México y Japón

Ilustración de Paulina Bejos

¿Qué hay entre dos países? La manera más inmediata en que mi mente aborda la pregunta refiere a un plano físico. Pensándolo así, lo que existe entre dos países es distancia, separación, intervalo. Estos espacios físicos intermedios, vistos desde su aspecto material en relación con nuestros cuerpos, pueden tratarse de algo muy pequeño, cuestión de pasos; o también de algo enorme, largas extensiones de mar y tierra. Pronto me veo forzada a puntualizar que ésta, la física, no es la única dimensión a partir de la cual dos países participan el uno del otro. Existen acuerdos, intercambios y negociaciones que rigen y gestionan el intervalo físico (que es también metafísico). Dentro de estas relaciones las hay “oficiales”, temerosas de perder los pies del piso, necesitadas de documentos para saberse reales. Pero más allá, se escapa un mundo: una geografía alterna e imaginaria que es también lo que hay entre dos países.

Ultramundos es un proyecto que realiza la Fundación Japón en México, en colaboración con PROYECTOR y Bridge to kyoto. Se trata de una plataforma digital que sintetiza, desde el trabajo curatorial de Mariko Sugita, Tania Tovar y Juan Carlos Espinosa, los proyectos de arquitectos, urbanistas, diseñadores, artistas e ilustradores japoneses y mexicanos en un archipiélago virtual. Tejiendo así una conversación cultural afectiva y profunda entre México y Japón.

Partiendo de las realidades cotidianas de ambos países, con especial énfasis en sus fracciones citadinas, Ultramundos aparece como un mundo paralelo, compuesto por cinco islas: la isla de la comida, la isla del movimiento, la isla del encuentro, la isla del habitar y la isla del trabajo. Cada isla es el resultado de la integración de dos proyectos, uno por parte de México y otro por parte de Japón y cada una cobra visualidad a partir de la ilustración de una artista (o un artista) mexicana o japonesa.

Captura de pantalla del sitio https://www.overworld.mx/es

Recorrer el archipiélago significa emprender un viaje hacia las acciones citadinas de ambos territorios. Diversas prácticas, espacios, sentimientos, procesos y estéticas se entrecruzan en un atlas imaginativo que permite explorar los curiosos parecidos y las múltiples disimilitudes entre ambas culturas. En este viaje de libre acceso podemos ver cómo se conjugan rituales de la vida cotidiana de dos países a partir de ciertos ejes como la comida, lo doméstico, el encuentro, el juego, entre otros. A lo largo de la travesía nos encontramos con elementos familiares, pero aquí, en este territorio-otro, parecen invitarnos a pensarlos de nuevas maneras. Asimismo, nos topamos con elementos extraños que pueden sorprendernos, pero también nos convidan y nos mueven.

Este archipiélago virtual es un ejemplo más del potencial de los formatos digitales, no como sustitutos de los espacios físicos, sino como nuevas posibilidades de comunicación, creación y vinculación. Múltiples capas de información, provenientes de diversas experiencias de la urbanidad contemporánea, se acomodan en este atlas de islas en consecuencia y gracias a su condición de digital. El formato permite la búsqueda y la exploración de las relaciones entre México y Japón de una manera inédita, desde la superposición y la síntesis. Si bien no se trata de un espacio neutral (pensando que tal no existe), sí es uno que mitiga las distancias geográficas y las ideas de lo «propio» y lo «nacional», buscando también nuevas formas de identificación. Además, todo el contenido que compone a la exposición, más allá de su predominante visualidad, puede leerse en español, inglés y/o, a partir de diciembre, también en japonés.

No es nada raro que yo pida sushi a domicilio los fines de semana y tenga una playera rosa pastel que mi hermano me trajo de Tokio hace cinco años. Dentro de mis listas de reproducción se encuentran muchas veces artistas japoneses. Nunca he leído un manga, pero mi animé favorito es Shōjo Kakumei Utena y dos de mis mejores amigas sueñan con vivir en Japón. Sería absurdo pensar que estas relaciones se dan en el espacio físico que separa a Japón y a México. Más bien, pertenecen a una geografía imaginaria, a un mapa íntimo de imágenes e ideas (si es que no son lo mismo) que se superponen. Lo que hay entre dos países no es más que un universo de posibilidades relacionales. Ultramundos es una de éstas: una topografía alternativa que excita a la curiosidad y nos invita a conocer e imaginar otras realidades.

Ilustradora: Paulina Bejos (CDMX, 1998). Estudia la carrera de animación cinematográfica en la Escuela Superior de Cine.